Un árbol crece en el desierto
Paraíso empezó a llamar la atención desde que se estrenó en el Festival de Venecia el año pasado. Luego recibió el premio al mejor guión en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. Ahora que por fin ha llegado a la cartelera local, puedo reafirmar mi fe en el resurgimiento del cine peruano y en la aparición de nuevas voces que nos recuerdan lo que se esconde en otros rincones de nuestra realidad.
En los alrededores de Lima está Paraíso, un barrio de desplazados que huyeron del conflicto interno en Ayacucho. Un grupo de cinco amigos adolescentes, migrantes de segunda generación, se sienten atrapados en ese terreno árido y olvidado, así que idean diferentes rutas de escape.
Cada uno tiene sus propios sueños y frustraciones, pero en lo que están de acuerdo es que no quieren quedarse así para siempre. Joaquín (Joaquín Ventura) trabaja repartiendo volantes afuera de una pollería, disfrazado de pollo. Pero la llegada de un circo ambulante despierta en él una curiosidad por atreverse a ser algo diferente. Sus amigos tienen otros proyectos que implican una mejora en sus precarias realidades: terminar el colegio, conseguir una beca universitaria, tener un empleo fijo.
El director Héctor Gálvez (que antes estuvo a cargo del documental Lucanamarca) no nos muestra una edulcorada historia de superación personal ni de emprendedores que cambian sus destinos de la noche a la mañana. Trata a sus personajes como seres humanos reales y observando cómo se mueven en su asfixiante presente, con un pasado que no pueden sacarse fácilmente de la espalda y planeando un futuro que esperan sea mejor.
El conflicto armado que enfrentó a militares y grupos subversivos hace 20 años sigue siendo un tema recurrente en nuestra cinematografía. Al igual que en La Teta Asustada, en Paraíso se observa a los herederos de aquellos que sufrieron los horrores de la guerra interna y la forma en que cicatrizan sus heridas.
La relación entre los adolescentes y sus padres ofrece interesantes contrastes: mientras una madre le esconde a su hija un secreto sobre su padre, otra madre le habla en quechua a su hijo y él siempre le responde en español, como defendiendo su propio terreno.
Los actores no profesionales cumplen con transmitir la sensación de “chicos de barrio”, pero sin destacar demasiado. En todo caso, quien está mejor es Yiliana Chong, a quien antes ya habíamos visto en Madeinusa y que aquí se pone en la piel de Antuanet, la vehemente colegiala que quiere estudiar periodismo.
Paraíso, como decía al inicio, nos transporta a esos espacios de la periferia de nuestra gran capital, en los que la vida brota aunque le corten el paso. Una imagen muy particular de la cinta, que de hecho está retratada en el afiche, es la metáfora ideal de estos personajes: un árbol se mantiene en pie a pesar de que en esa zona desértica no hay agua, sus hojas siguen creciendo así nadie se acuerde de regarlas.
Título original: Paraíso
País y Año: Perú, 2009
Director: Héctor Gálvez
Actores: Joaquín Ventura, Yiliana Chong, José Luis García, Gabriela Tello, William Gómez, etc.
Calificación: *** 1/2
En los alrededores de Lima está Paraíso, un barrio de desplazados que huyeron del conflicto interno en Ayacucho. Un grupo de cinco amigos adolescentes, migrantes de segunda generación, se sienten atrapados en ese terreno árido y olvidado, así que idean diferentes rutas de escape.
Cada uno tiene sus propios sueños y frustraciones, pero en lo que están de acuerdo es que no quieren quedarse así para siempre. Joaquín (Joaquín Ventura) trabaja repartiendo volantes afuera de una pollería, disfrazado de pollo. Pero la llegada de un circo ambulante despierta en él una curiosidad por atreverse a ser algo diferente. Sus amigos tienen otros proyectos que implican una mejora en sus precarias realidades: terminar el colegio, conseguir una beca universitaria, tener un empleo fijo.
El director Héctor Gálvez (que antes estuvo a cargo del documental Lucanamarca) no nos muestra una edulcorada historia de superación personal ni de emprendedores que cambian sus destinos de la noche a la mañana. Trata a sus personajes como seres humanos reales y observando cómo se mueven en su asfixiante presente, con un pasado que no pueden sacarse fácilmente de la espalda y planeando un futuro que esperan sea mejor.
El conflicto armado que enfrentó a militares y grupos subversivos hace 20 años sigue siendo un tema recurrente en nuestra cinematografía. Al igual que en La Teta Asustada, en Paraíso se observa a los herederos de aquellos que sufrieron los horrores de la guerra interna y la forma en que cicatrizan sus heridas.
La relación entre los adolescentes y sus padres ofrece interesantes contrastes: mientras una madre le esconde a su hija un secreto sobre su padre, otra madre le habla en quechua a su hijo y él siempre le responde en español, como defendiendo su propio terreno.
Los actores no profesionales cumplen con transmitir la sensación de “chicos de barrio”, pero sin destacar demasiado. En todo caso, quien está mejor es Yiliana Chong, a quien antes ya habíamos visto en Madeinusa y que aquí se pone en la piel de Antuanet, la vehemente colegiala que quiere estudiar periodismo.
Paraíso, como decía al inicio, nos transporta a esos espacios de la periferia de nuestra gran capital, en los que la vida brota aunque le corten el paso. Una imagen muy particular de la cinta, que de hecho está retratada en el afiche, es la metáfora ideal de estos personajes: un árbol se mantiene en pie a pesar de que en esa zona desértica no hay agua, sus hojas siguen creciendo así nadie se acuerde de regarlas.
Título original: Paraíso
País y Año: Perú, 2009
Director: Héctor Gálvez
Actores: Joaquín Ventura, Yiliana Chong, José Luis García, Gabriela Tello, William Gómez, etc.
Calificación: *** 1/2
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