Un infomercial moralista


Asu Mare se ha convertido en un fenómeno social sin precedentes en la historia del cine peruano, porque está a punto de coronarse como el film más taquillero de todos los tiempos en nuestro país y porque ha atizado las brasas del debate sobre el aporte económico del Estado a los proyectos locales. Sin embargo, al margen de toda la bulla que ha generado, estamos ante una película mediocre, con más limitaciones que aciertos.

“Cachín” (Carlos Alcántara) es un chico pobre que sueña con ser una estrella de televisión y que debe superar ciertos complejos para conquistar a una chica de otro estrato social. En todo momento, su mamá lo apoya incansablemente y le inculca disciplina.

El film está basado en el espectáculo de stand-up comedy del mismo nombre. De hecho, intercala algunos extractos del show de Alcántara con otras escenas que recrean distintos pasajes de su vida. Lamentablemente, ese paralelo resulta forzado porque cuando una escena empieza a generar interés, por ejemplo, Cachín se acerca a la chica que le gusta para sacarla a bailar, se corta la escena y la edición nos lleva a un pub en el que Alcántara le cuenta a los espectadores qué pasó esa noche, qué se dijeron y cómo bailaron. 

Entiendo que el carisma de Alcántara es el punto fuerte de su espectáculo y han querido mantener ese atributo intacto en el film. Pero transmitir extractos de su stand up comedy en vez de desarrollarlos como una ficción, es un desperdicio tan grande como si en la película de una adaptación literaria, se interrumpieran las escenas para mostrar al autor de la novela sentado en un sofá leyendo en voz alta.

Y si hablamos de leer, ¡qué inoportuno el rol del narrador moralista! Toda la gracia y picardía que Alcántara despliega en su show, se opaca cuando su voz en off recita desgastados textos de manuales de autoayuda, sobre la superación personal y la lucha por un sueño. La arbitrariedad y el afán educativo llegan a un punto crítico cuando Cachín abandona las drogas repentinamente porque un niño de la calle le regala una nariz roja y acto seguido, él va a un taller de claun para rehacer su vida y purgar sus penas.

Donde sí acierta el film es en la recreación de los años 80 y 90, al captar de manera convincente el look de esas décadas, en cuanto a la dirección de arte, maquillaje y vestuario. Algunos personajes secundarios también saben aprovechar sus fugaces apariciones para crear los momentos más divertidos del film, especialmente Wendy Ramos como una mujer con diferentes oficios: vidente, costurera y usurera. 

Como mencionaba al inicio, Asu Mare ha revivido el debate sobre el financiamiento del cine en nuestro país. La mayoría de películas peruanas sufren para conseguir apoyo económico y a duras penas se las arreglan con el escaso apoyo del Estado, pero este film ha tenido la bendición de conseguir el auspicio de varias empresas privadas. De todos modos, resulta excesivo que muestren primeros planos de esas marcas y las inserten gratuitamente en la trama, porque la película pasa a ser un infomercial descarado. 

Al final, resulta evidente que es un producto hecho por un equipo de publicistas y no por un cineasta de oficio. Será por eso que han hecho estudios de mercado para conocer a su público y han elaborado un entretenimiento extra light, con buen empaque pero un contenido pobre.

Título original: Asu Mare
País y año: Perú 2013
Director: Ricardo Maldonado
Actores: Carlos Alcántara, Ana Cecilia Natteri, Gisela Ponce de León, Emilia Drago, Wendy Ramos, Johanna San Miguel, Carlos Carlín, Tatiana Astengo, Gonzalo Torres, entre otros.

Calificación: **.

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