9ª Semana del Cine Ulima: Cerrar los ojos y Monstruo
La 9ª Semana del Cine de la Universidad de Lima presentó una muestra internacional con varios títulos valiosos, que se encuentran entre lo más destacado del año. Comienzo mi recuento de lo visto en este festival compartiendo mis críticas de dos grandes películas: Cerrar los ojos de Víctor Erice y Monstruo de Hirokazu Koreeda.
Monstruo (Kaibutsu, Japón 2023) es un sorprendente y conmovedor drama con elementos de thriller que se disfraza de una criatura de múltiples ojos para mostrar una historia de secretos inconfesables, miedo e intolerancia. A través de las perspectivas de distintos personajes se va despejando progresivamente la densa bruma que cubre a dos niños.
Cuando el pequeño Minato (Soya Kurokawa) empieza a comportarse de forma muy extraña, su madre Saori (Sakura Ando) siente que algo va mal. Luego de descubrir que el causante de ese malestar es un profesor (Eita Nagayama), ella va al colegio de su hijo para pedir explicaciones. Como hacía Kurosawa en Rashomon, aquí la estructura narrativa también alterna el punto de vista de varios personajes. Primero, vemos los hechos desde la mirada de una madre preocupada por su hijo, luego la mirada de un profesor que se enfrenta a problemas muy serios en el colegio en el que trabaja y finalmente la mirada del niño, que esclarece los enigmas que se han ido sembrando a lo largo del relato.
Hirokazu Koreeda es uno de los cineastas más importantes del cine japonés contemporáneo, gracias a películas como De tal padre, tal hijo, Nuestra hermana pequeña o Un asunto de familia (por la que ganó la Palma de Oro). Al igual que en esos filmes, en Monstruo también explora los lazos que unen a familias quebradas, pero ahora le añade otras capas de complejidad abordando temas como la amistad, el bullying y el maltrato infantil.
Con el humanismo que lo caracteriza, Koreeda arma un mosaico con todos estos puntos de vida para reflexionar sobre la forma en la que muchas veces sacamos conclusiones erróneas en base a una percepción engañosa o sin observar un problema desde diferentes ángulos. Más aún, evidencia cómo muchas veces las miradas prejuiciosas y turbias de los adultos no son capaces de comprender la pureza e inocencia con la que los niños sienten, respiran y perciben el mundo. Y como resultado, esa pureza se contamina con la intolerancia, la falta de empatía y la crueldad, ya sea de otros niños o de los adultos.
Como ocurría en la notable película belga Close, Monstruo deja en evidencia cómo la inocente amistad entre dos niños puede desencadenar tormentas figuradas (los conflictos internos) que se transforman en incontrolables tormentas literales, que amenazan con arrastrarlos hacia una corriente de odio e incomprensión.
Calificación: 8/10.
Monstruo (Kaibutsu, Japón 2023) es un sorprendente y conmovedor drama con elementos de thriller que se disfraza de una criatura de múltiples ojos para mostrar una historia de secretos inconfesables, miedo e intolerancia. A través de las perspectivas de distintos personajes se va despejando progresivamente la densa bruma que cubre a dos niños.
Cuando el pequeño Minato (Soya Kurokawa) empieza a comportarse de forma muy extraña, su madre Saori (Sakura Ando) siente que algo va mal. Luego de descubrir que el causante de ese malestar es un profesor (Eita Nagayama), ella va al colegio de su hijo para pedir explicaciones. Como hacía Kurosawa en Rashomon, aquí la estructura narrativa también alterna el punto de vista de varios personajes. Primero, vemos los hechos desde la mirada de una madre preocupada por su hijo, luego la mirada de un profesor que se enfrenta a problemas muy serios en el colegio en el que trabaja y finalmente la mirada del niño, que esclarece los enigmas que se han ido sembrando a lo largo del relato.
Hirokazu Koreeda es uno de los cineastas más importantes del cine japonés contemporáneo, gracias a películas como De tal padre, tal hijo, Nuestra hermana pequeña o Un asunto de familia (por la que ganó la Palma de Oro). Al igual que en esos filmes, en Monstruo también explora los lazos que unen a familias quebradas, pero ahora le añade otras capas de complejidad abordando temas como la amistad, el bullying y el maltrato infantil.
Con el humanismo que lo caracteriza, Koreeda arma un mosaico con todos estos puntos de vida para reflexionar sobre la forma en la que muchas veces sacamos conclusiones erróneas en base a una percepción engañosa o sin observar un problema desde diferentes ángulos. Más aún, evidencia cómo muchas veces las miradas prejuiciosas y turbias de los adultos no son capaces de comprender la pureza e inocencia con la que los niños sienten, respiran y perciben el mundo. Y como resultado, esa pureza se contamina con la intolerancia, la falta de empatía y la crueldad, ya sea de otros niños o de los adultos.
Como ocurría en la notable película belga Close, Monstruo deja en evidencia cómo la inocente amistad entre dos niños puede desencadenar tormentas figuradas (los conflictos internos) que se transforman en incontrolables tormentas literales, que amenazan con arrastrarlos hacia una corriente de odio e incomprensión.
Calificación: 8/10.
Cerrar los ojos (España 2023) es la obra maestra y el testamento fílmico con los que el cineasta Víctor Erice regresa luego de 31 años desde su anterior largometraje, El sol del membrillo. En un evocador juego de espejos con su propia filmografía, Erice reflexiona sobre el acto de hacer cine como preservación de la memoria y la identidad, para recordar quiénes fuimos en un lugar y en un momento determinados, para afirmar quiénes somos luego de haber visto, oído y sentido todo lo que hemos podido percibir.
La narración empieza mostrando las imágenes de una película que quedó inconclusa, porque su protagonista, el actor Julio Arenas (José Coronado) desapareció misteriosamente a mitad del rodaje. Muchos años después, un programa de televisión pretende investigar el mito del actor y resolver el misterio de su desaparición. Para ello, invitan a quien fuera su gran amigo y director de su última película, Miguel Garay (Manolo Solo).
Como un velo que se retira con mucho cuidado, el misterio central de la película se va desentrañando de forma lenta pero segura, sin prisa. De una forma fascinante, Erice hace dialogar el pasado y el presente de sus dos protagonistas, su vida personal y profesional, los enigmas que cada uno encarna tanto para ellos mismos, como para sus amigos y familiares.
Poco a poco, la película nos conduce hacia la resolución del conflicto, como una luz que promete llegar al final de un largo túnel. Pero cuando aparentemente el enigma se despeja, surgen nuevos misterios, relacionados con el tiempo perdido, los recuerdos recuperados y el ajuste de cuentas con un pasado que toca la puerta de pronto. La exquisita puesta en escena de Erice y las impresionantes actuaciones de Manolo Solo, José Coronado y Ana Torrent logran un efecto hipnótico en el espectador, como si el relato fuera un sueño difuso y envolvente, del que no queremos despertar.
En el bellísimo y emotivo desenlace, Víctor Erice pone en valor el poder curativo y transformador de una película filmada en celuloide y proyectada en una vieja sala de cine. En ese clímax memorable, el cine se vuelve un antídoto para la amnesia y el olvido, se transforma en una tabla de salvación, crea un puente entre el pasado y el presente. Mientras los personajes cierran los ojos, las imágenes que acaban de ver se impregnan para siempre en su memoria. El mismo milagro nos ocurre a quienes reconocemos en Cerrar los ojos nuestra propia relación con el cine.
Calificación: 9/10.
La narración empieza mostrando las imágenes de una película que quedó inconclusa, porque su protagonista, el actor Julio Arenas (José Coronado) desapareció misteriosamente a mitad del rodaje. Muchos años después, un programa de televisión pretende investigar el mito del actor y resolver el misterio de su desaparición. Para ello, invitan a quien fuera su gran amigo y director de su última película, Miguel Garay (Manolo Solo).
Como un velo que se retira con mucho cuidado, el misterio central de la película se va desentrañando de forma lenta pero segura, sin prisa. De una forma fascinante, Erice hace dialogar el pasado y el presente de sus dos protagonistas, su vida personal y profesional, los enigmas que cada uno encarna tanto para ellos mismos, como para sus amigos y familiares.
Poco a poco, la película nos conduce hacia la resolución del conflicto, como una luz que promete llegar al final de un largo túnel. Pero cuando aparentemente el enigma se despeja, surgen nuevos misterios, relacionados con el tiempo perdido, los recuerdos recuperados y el ajuste de cuentas con un pasado que toca la puerta de pronto. La exquisita puesta en escena de Erice y las impresionantes actuaciones de Manolo Solo, José Coronado y Ana Torrent logran un efecto hipnótico en el espectador, como si el relato fuera un sueño difuso y envolvente, del que no queremos despertar.
En el bellísimo y emotivo desenlace, Víctor Erice pone en valor el poder curativo y transformador de una película filmada en celuloide y proyectada en una vieja sala de cine. En ese clímax memorable, el cine se vuelve un antídoto para la amnesia y el olvido, se transforma en una tabla de salvación, crea un puente entre el pasado y el presente. Mientras los personajes cierran los ojos, las imágenes que acaban de ver se impregnan para siempre en su memoria. El mismo milagro nos ocurre a quienes reconocemos en Cerrar los ojos nuestra propia relación con el cine.
Calificación: 9/10.
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