10ª Semana del Cine ULima: La semilla del fruto sagrado y Tiempo suspendido

La muestra internacional de la edición N° 10 de la Semana del Cine de la Universidad de Lima incluyó varios títulos destacados, como Tres amigas de Emmanuel Mouret (mi crítica aquí), Todo lo que imaginamos como luz de Payal Kapadia y Volveréis de Jonás Trueba (mis críticas de ambas aquí). Comparto mis críticas de dos películas que también fueron parte de esta muestra: La semilla del fruto sagrado de Mohammad Rasoulof (candidata oficial de Alemania para el Oscar a la mejor película internacional) y Tiempo suspendido de Olivier Assayas.


La semilla del fruto sagrado (Dane-ye anjir-e ma'abed, Irán / Alemania, 2024) es un thriller extraordinario, en el que, a través de un guion incendiario y una puesta en escena de una precisión milimétrica, el director Mohammad Rasoulof analiza la lenta descomposición de una familia y la convierte en una potente alegoría de la opresión que ejerce el régimen totalitario del gobierno iraní sobre sus ciudadanos, en especial las mujeres.

Iman (Missagh Zareh) ha sido promovido a juez de instrucción en el Tribunal de la Guardia Revolucionaria Islámica, en un contexto de encendidas protestas públicas tras la sospechosa muerte de una chica en las calles de Teherán. Mientras tanto, en casa su devota esposa Najmeh (Soheila Golestani) intenta mantener el orden cuando sus hijas adolescentes Rezvan (Mahsa Rostami) y Sana (Setareh Maleki) empiezan a cuestionar la información oficial de los medios de comunicación. Un día, la pistola que Iman ha recibido en su trabajo y que él lleva consigo a todas partes, desaparece sin dejar rastro. Preocupado por la amenaza de perder su empleo y recibir una sanción, Iman inicia una exhaustiva investigación entre los miembros de su familia para descubrir si alguna de ellas robó el arma.

Desde que se anunció la realización de esta película, el gobierno iraní condenó al cineasta Mohammad Rasoulof a 8 años de prisión, una serie de azotes y el pago de una multa. Con mucha valentía y arriesgando su vida, Rasoulof (ganador del Oso de Oro por There Is No Evil) filmó La semilla del fruto sagrado en la clandestinidad, luego tuvo que huir de Irán cruzando la frontera a pie hasta llegar a otro país y refugiarse en Europa. Finalmente estrenó la película en el Festival de Cannes, donde obtuvo 4 reconocimientos, incluyendo el Premio Especial del Jurado y el premio de Fipresci.

Como es usual en el cine de Rasoulof, este largometraje sirve como un alegato político que denuncia los crímenes del gobierno de su país. En este caso, la familia de Iman funciona como una representación a pequeña escala de lo que sucede en todo el país. El padre (una figura y encarnación del Estado) supuestamente debe proteger y cuidar a los suyos, pero poco a poco empieza a imponerles reglas cada vez más estrictas, a investigarlos y dudar de ellos como si fueran delincuentes y a castigarlos ante la más mínima sospecha de haber quebrado alguna orden. Aunque la metáfora resulte un poco obvia, no por ello deja de ser contundente como un impacto de bala.

Sin embargo, Rasoulof no se queda solo en el acto de denuncia ni tampoco carga las tintas de forma panfletaria. Por supuesto, su película es un acto militante, es una protesta política y una defensa cerrada de la libertad de expresión y de los derechos humanos. Pero además de todo eso, el director hace gala en La semilla del fruto sagrado de un notable manejo de los géneros, de la precisión narrativa y del lenguaje cinematográfico, comenzando su relato como un discreto drama familiar, para convertirlo luego en un agobiante thriller y finalmente en una asfixiante película de terror con ecos a El resplandor de Stanley Kubrick. Aunque la película dura casi 3 horas, desde el inicio captura al espectador y lo hipnotiza hasta llega a un explosivo tercer acto, en el que los juegos de poder y dominación amenazan con cuestionar y sepultar las rígidas estructuras familiares, sociales y políticas.

Calificación: 9/10.


Tiempo suspendido (Hors du temps, Francia, 2024) es una comedia dramática en la cual el director Olivier Assayas muestra la vida cotidiana de cuatro personajes encerrados en la misma casa durante el período de confinamiento en los primeros meses de la pandemia de COVID-19. A partir de pequeñas grietas que van resquebrajando paulatinamente la calma y la estabilidad del cuarteto, la película nos recuerda una época en la que el tiempo daba la engañosa impresión de haberse quedado congelado, mientras los conflictos internos y externos no hacían más que acumularse y generar una tensión creciente.

Luego del inicio de la pandemia, Paul Berger (Vincent Macaigne) y su hermano Etienne (Micha Lescot) se recluyen en la casa de campo de la familia, junto a sus respectivas parejas, Morgane (Nine d'Urso) y Carole (Nora Hamzawi). Mientras el tiempo transcurre, cada uno intenta sobrellevar la rutina a su modo, pero más temprano que tarde el encierro empieza a pasar factura en la relación de los hermanos.

Es cierto que, a estas alturas, cuatro años después del inicio de la pandemia, se han hecho varias películas que abordan desde diferentes ángulos aquella época de incertidumbre y ansiedad. Tiempo suspendido llega un poco tarde a la fiesta y no narra una historia particularmente original ni novedosa, pero al mismo tiempo no pretende ser un relato universal, sino más bien es la crónica del confinamiento del propio director Olivier Assayas, quien se desdobla en el personaje de Paul y lo convierte en su alter ego: un director de cine lleno de manías.

Con una mezcla de humor y melancolía, Assayas filma esos días de encierro que vivió en un entorno bucólico y ciertamente privilegiado: una hermosa casa en la campiña francesa, rodeada de amplios jardines, en los que él podía tener una sesión virtual de terapia con su psicóloga o donde su novia podía practicar yoga. En sus mejores momentos, Tiempo suspendido muestra cómo los temores y neurosis de Paul lo llevan a una crisis por cosas aparentemente insignificantes como una cacerola que se quema y cuyas manchas son imposibles de sacar. El siempre acertado Vincent Macaigne logra que el neurótico y alarmista Paul sea un personaje tan entrañable como ocasionalmente irritante.

Junto con ese retrato agridulce de la pandemia, Assayas incluye una narración en off en la que hace una catarsis sobre sus recuerdos familiares y personales, lo cual confirma el carácter autobiográfico de Tiempo suspendido. Aunque puede resultar autoindulgente, también tiene las suficientes dosis de ironía y capacidad analítica para ser una película sólida, aunque menor en la filmografía del director de Las horas del verano, Carlos y Clouds of Sils Maria.

Calificación: 6/10.

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