Sin tiempo para morir: El explosivo y audaz adiós a Daniel Craig

Han pasado 15 años desde que Daniel Craig se puso el esmoquin de James Bond y le insufló un nuevo aliento al personaje en la formidable Casino Royale. Cuatro películas después, se cierra el ciclo de Craig en la recargada y espectacular carta de despedida Sin tiempo para morir (No Time to Die), que conecta situaciones y reúne algunos personajes de los filmes precedentes: Quantum of Solace, Skyfall y Spectre.


Como en toda película de esta saga, el enrevesado argumento incluye incursiones a diferentes países, arriesgadas operaciones encubiertas, enfrentamientos entre agentes secretos y villanos que traman una conspiración a escala global. El menú habitual, digamos. Pero en esta ocasión, se añaden ingredientes más audaces y sabores inesperados, que continúan cocinando una versión más sombría y atormentada de James Bond.

El director Cary Joji Fukunaga (Sin nombre, Jane Eyre, Beasts of No Nation) toma la batuta de Sam Mendes y ofrece un puñado de impactantes escenas de acción, muy bien coreografiadas, en locaciones como Italia, Jamaica, Cuba y Noruega. El segmento de Cuba es el punto más alto de la película, gracias a un embriagador balance de intriga, seducción, peligro y glamour, todos los atributos que encarna el personaje de Paloma (la deslumbrante Ana de Armas).


Tanto Léa Seydoux como Christoph Waltz retoman sus personajes de interés romántico y némesis de Bond, respectivamente, que ya interpretaron en Spectre. La primera tiene un papel preponderante, pues redondea una historia de romance y tragedia que trastoca la vida de Bond, mientras que el segundo tiene una breve aparición en un interrogatorio en prisión que rinde homenaje a El silencio de los inocentes (The Silence of the Lambs)

El villano principal es Lyutsifer Safin (Rami Malek), quien, para variar, tiene el rostro desfigurado, un acento curioso y la voluntad de exterminar a gran parte de la población mundial. Lamentablemente, es una caricatura sin matices que no genera ni miedo ni tensión, a diferencia de la presencia imponente que tuvieron Mads Mikkelsen, Javier Bardem y el mismo Christoph Waltz en las películas anteriores.

El recorrido de Daniel Craig llega a su punto culminante con un desenlace explosivo y osado, que ha dividido opiniones e incluso indignado a algunos puristas. Después de 25 películas, James Bond continúa bebiendo con estilo sendas copas de Martini y sigue salvando al mundo a bordo de un Aston Martin, pero a lo largo de la era de Craig se ha explorado con variados niveles de éxito una mayor vulnerabilidad, una búsqueda de respuestas en su pasado, así como un enfrentamiento a dilemas éticos y demonios internos, que le han dado una mayor complejidad emocional y han revitalizado al personaje.

Calificación: 7/10.

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