El retorno de Payne y Miyazaki

La cartelera de enero nos ha traído dos títulos muy valiosos: Los que se quedan de Alexander Payne y El niño y la garza de Hayao Miyazaki. Ambos resultaron ganadores en los Golden Globes y prometen ser protagonistas en la próxima edición de los premios Oscar.


Los que se quiebran

Los que se quedan (The Holdovers, Estados Unidos) es una comedia que marca el reencuentro del director Alexander Payne y el actor Paul Giamatti 19 años después de Entre copas (2004). En su nueva aventura, componen un divertido y conmovedor homenaje al cine de los años 70, tanto a nivel visual como narrativo, rescatando en el proceso una calidez y un humanismo que parecen casi extintos en el cine estadounidense contemporáneo.

En 1970, Paul Hunham (Paul Giamatti), profesor de historia en una escuela estadounidense, es obligado a permanecer en el campus durante las vacaciones de Navidad para cuidar de un pequeño grupo de cinco estudiantes que no tienen a dónde ir. Durante ese período, establece un vínculo inesperado con un problemático alumno (Dominic Sessa) y con la jefa de cocina (Da´Vine Joy Randolph) del colegio.

Luego de una accidentada incursión en la ciencia ficción en la ambiciosa pero fallida Downsizing, Alexander Payne retorna triunfalmente a la comedia con Los que se quedan. No solo es una película tan divertida, tan encantadora y tan entrañable que es imposible verla sin una sonrisa de inicio a fin, sino que gradualmente revela una gran profundidad emocional a través de la observación del complejo mundo interior de sus tres protagonistas: seres solitarios y quebrados, que luego de la convivencia descubren que en sus insospechadas similitudes encuentran un acogedor refugio.

Esos seres quebrados por dentro son encarnados por tres actores en estado de gracia. Paul Giamatti brilla en el mejor papel de su carrera, como un profesor cínico y sabelotodo, que esconde bajo su coraza una gran nobleza; mientras que Da´Vine Joy Randolph navega con sutileza las aguas de la depresión y el vacío que quedan luego de perder a un ser querido. Y el debutante Dominic Sessa es una revelación en el papel de Angus, un alumno buscapleitos que en el fondo solo añora ser aceptado.

Sin aspavientos histriónicos ni golpes bajos manipuladores, Los que se quedan divierte y conmueve gracias a la maestría con la que Alexander Payne encuentra el tono preciso para balancear el drama y la comedia, ofreciendo un retrato humanista de sus personajes. El estupendo guion de David Hemingson, dotado de diálogos ingeniosos y situaciones tan hilarantes como incómodas, introduce con inteligencia temas como el duelo, la salud mental y la realización personal. Los que se quedan es una película notable que llegó para quedarse en la lista de clásicos navideños y mejores comedias de los últimos años.

Calificación: 8/10.


El viaje de Mahito

El niño y la garza (Kimitachi wa dô ikiru ka, Japón) supone el retorno del maestro japonés Hayao Miyazaki diez años después de El viento se levanta (2013), con la cual firmaba su anunciado retiro del cine. Aún no sabemos si esta será realmente su última película, pero si lo fuese, sería un incontestable testamento y una emotiva despedida, con la que reflexiona sobre el poder de la narración de historias para sanar las heridas del alma.

El protagonista de esta aventura es Mahito, un niño que, luego de perder a su madre, se sumerge en un mundo compartido por los vivos y los muertos. A nivel argumental, la película está inspirada en la propia infancia de Miyazaki. A nivel temático y visual, recoge muchas referencias a su propia obra, con guiños a películas como Mi vecino Totoro y El viaje de Chihiro. Como en ellas, un niño se embarca en una misión que lo lleva a conocer un mundo de fantasía, en el que lo real y lo imaginario se funden de forma asombrosa.

Miyazaki aborda aquí varios temas que son recurrentes en su filmografía: la enfermedad o la pérdida de uno de los dos padres, el dolor y el desconsuelo frente a una tragedia desgarradora, la determinación y la valentía para superar un evento traumático. Pero esta vez Miyazaki se adentra también en el terreno de lo metafísico y lo paranormal, mezclando de forma lúdica el mundo de los vivos y de los muertos, acercándolos y reconciliándonos como parte del proceso del duelo.

Como es habitual en su cine, Miyazaki da rienda suelta a su inagotable creatividad para construir universos ricos en detalles y poblados de personajes fascinantes, como un misterioso hombre garza que sirve de puente hacia el mundo de fantasía, un ejército de periquitos amenazantes y unas adorables criaturas llamadas warawaras que se inflan como globos. La delicadeza de la animación se complementa a la perfección con la vibrante música de Joe Hisaishi, quien acompaña el viaje emocional del protagonista con notas de suspenso, sorpresa o la más descarnada emoción.

En ese desenlace en el que Miyazaki parece abrazar su vida y su obra, este gigante indiscutible del cine de animación nos sugiere que Mahito es su alter ego y un reflejo de su propio rol como creador de impresionantes mundos de fantasía en los que el pasado y el presente hacen las paces y se miran de frente sin miedo.

Calificación: 8/10.

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