Érase una vez en los Andes y Beetlejuice Beetlejuice

Comparto mis críticas de dos películas que se estrenaron recientemente en la cartelera peruana: Érase una vez en los Andes de Rómulo Sulca y Beetlejuice Beetlejuice de Tim Burton.


Érase una vez en los Andes (Perú, 2023) es un drama romántico ambientado en la Guerra del Pacífico. Siguiendo la tradición de Romeo y Julieta, narra una historia de amor prohibido entre una pastora peruana quechuahablante y un soldado chileno herido, que ha huido del campo de batalla. A pesar de pertenecer a bandos enemigos y no hablar el mismo idioma, a través de la compasión, la empatía y la complicidad de sus miradas, se empiezan a conocer y surge el romance.

Cuando la pastora Margarita (Maribel Baldeón) encuentra agonizando al soldado chileno Lautaro (Juan Cano), decide llevarlo a su casa. Su padre accede a mantener escondido al enemigo, pero solo hasta que se recupere y pueda irse. Mientras Margarita atiende a Lautaro, cura sus heridas y lo alimenta, ella le habla en quechua y él le responde en castellano. Ninguno de los dos entiende lo que dice el otro, pero las emociones que afloran no necesitan del lenguaje verbal.

El primer largometraje de ficción del cineasta ayacuchano Rómulo Sulca (el mismo del documental Teloneras) es una sólida ópera prima que, a pesar de algunos elementos que no funcionan del todo bien, tiene un balance positivo y demuestra la ambición de un director con ganas de tomar riesgos o recorrer caminos no convencionales. Por ejemplo, es interesante cómo la puesta en escena privilegia los primeros planos de los rostros y las manos de los actores, generando un diálogo en el que la vista y el tacto son los hilos conductores del romance. A nivel técnico, destaca la fotografía de Sara Brusciano, que resalta la belleza de los imponentes paisajes naturales de Ayacucho, y la música de Karin Zielinski.

Lo menos logrado de la película tiene que ver con el guion, que llega a volverse un poco repetitivo y no desarrolla mucho ciertos conflictos ni a los personajes secundarios, como los padres de Margarita o los otros miembros de su comunidad, los cuales terminan siendo planos y esquemáticos. En cuanto a los protagonistas Maribel Baldeón y Juan Cano, si bien por momentos sus actuaciones se sienten un poco ensayadas o leídas, en términos generales ambos tienen carisma y transmiten paulatinamente las emociones de sus personajes, yendo del descubrimiento y curiosidad inicial al cariño e ilusión que crecen a medida que se conocen más.

El inicio de Érase una vez en los Andes muestra una serie de sucesos tensos e impactantes, narrados con urgencia y sentido del peligro, que luego entenderemos que representan el desenlace. Todo lo que viene a continuación nos muestra cómo llegaron los personajes a ese punto. Pero la última escena también puede leerse como un cierre para esta historia, aunque cronológicamente ocurra antes de lo que vemos en la primera escena. De ese modo, cada espectador puede elegir cuál de los dos finales se impregnará en su memoria: el de la violencia y el odio que arrasan con todo lo que encuentran o el del amor que se abre paso a pesar de la violencia de la guerra.

Calificación: 6/10.


Beetlejuice Beetlejuice (Estados Unidos, 2024) es una secuela que, aunque no llega al mismo nivel de anarquía y originalidad de la película anterior, de todos modos, representa una grata sorpresa, ya que, luego de los altibajos recientes en la carrera del director Tim Burton, aquí retorna parcialmente a sus orígenes y demuestra que, luego de invocarlo tres veces, pueden brotarle algunos chispazos de inspiración.

Treinta y seis años después de los eventos de Beetlejuice (1988), tres generaciones de la familia Deetz regresan a Winter River luego del fallecimiento del patriarca, Charles. Mientras la viuda Delia (Catherine O'Hara) intenta encontrar consuelo a través de la creación de instalaciones artísticas inspiradas en el duelo y la hija Lydia (Winona Ryder) se prepara para contraer matrimonio con su productor Rory (Justin Theroux), la nieta Astrid (Jenna Ortega) accidentalmente abre el portal al Más Allá. Entonces el problemático demonio Beetlejuice (Michael Keaton) regresa a la vida de los Deetz.

A nivel visual, Beetlejuice Beetlejuice recuerda el estilo de las películas iniciales de Burton, al recrear el mundo de los muertos con elementos góticos, grotescos y extravagantes. La dirección de arte, el diseño de vestuario, el maquillaje, los efectos prácticos y el uso de la animación stop motion son impresionantes y traen de vuelta esa capacidad de Burton por sumergirnos en entornos fascinantes, en los cuales lo extraño y lo marginal proclaman con orgullo su identidad freak e inconforme.

Luego de las recientes resurrecciones de sus respectivas carreras, Michael Keaton y Winona Ryder se entregan con entusiasmo y sin concesiones a la excentricidad de sus personajes, nadando como peces en el océano diseñado por Burton. Entre los personajes nuevos, destacan Willem Dafoe como un egocéntrico actor convertido en policía y Monica Bellucci como una fabulosa mujer fatal, cuya escena de presentación es de antología.

Aunque el guion de Alfred Gough y Miles Millar acierta en la mayoría de bromas y en varios diálogos ingeniosos, su principal problema es que se enreda en demasiadas subtramas paralelas, al punto que llegan a estorbarse unas a otras y se siente forzado cuando intentan encontrar un desenlace a todas las historias en el clímax. A pesar de esos baches y de no ser la mejor película de Burton, Beetlejuice Beetlejuice es tremendamente divertida y le permite a su veterano director demostrar que aún guarda bajo la manga algunos toques de genialidad.

Calificación: 7/10.

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