Festival de Lima 2021: Crítica de ¡Queridos Camaradas!

Luego de compartir mis críticas de 3 películas de la Competencia de Ficción de la edición N° 25 del Festival de Cine de Lima, cierro mi cobertura de este festival comentando un título que estuvo en la sección Aclamadas y que estará en la cartelera virtual del Centro Cultural PUCP hasta el 29 de setiembre.


¡Queridos Camaradas! (Dorogie tovarishchi!, Rusia) es un sobrecogedor drama histórico que nos transporta a la ciudad industrial rusa de Novocherkassk en 1962, donde los trabajadores de una fábrica se declaran en huelga por el alza de los precios de los alimentos, pero la brutal represión del gobierno comunista termina en una cruenta masacre.

Como un arqueólogo, el veterano cineasta ruso Andrey Konchalovskiy desentierra un episodio poco conocido de la historia de su país, que fue ocultado por el gobierno durante décadas. Con una precisión y una lucidez admirables, el octogenario director construye una atmósfera tensa,  cargada de dilemas morales y sensaciones de incertidumbre, desesperación y angustia.

La masacre es narrada a partir del punto de vista de Lyuda (extraordinaria actuación de Yuliya Vysotskaya), una burócrata y militante del Partido Comunista que justifica las acciones del gobierno y hasta promueve el uso de la represión policial, hasta que su hija desaparece luego de las protestas. Entonces, su vida y las convicciones que defendió con tanto fervor estallan al chocarse contra un muro impenetrable alzado por el totalitarismo.


La impresionante fotografía en blanco y negro contribuye a reforzar los contrastes entre los personajes, echando luz sobre sus contradicciones y cuestionamientos. En la escena de la masacre, la cámara muestra desde el interior de una peluquería cómo en la calle las personas corren, luchan por sobrevivir, caen al suelo tras ser impactadas. Las ventanas encuadran la acción y se convierten en una pantalla donde se proyectan el terror y la barbarie.

Konchalovskiy mantiene una posición crítica sin recargar nunca las tintas ni adoptar un tono solemne. A pesar de que su relato se conduce por pasajes violentos y desoladores, también encuentra los momentos idóneos para introducir pequeñas pinceladas de sátira política y una tenue luz de esperanza que se abre paso entre hechos tan oscuros. 

Calificación: 8/10

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