Festival de Cine de Lima 2022: Alcarrás

Durante un reciente viaje a España, vi en un cine de Barcelona la película Alcarràs, ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín. Este mes ha formado parte de la sección Aclamadas en el 26 Festival de Cine de Lima.

Alcarràs (España 2022) es una bella y conmovedora elegía, en la que la directora Carla Simón nos invita a asistir a esa triste ceremonia del adiós que debe emprender una familia que se ha dedicado durante generaciones a cultivar la tierra. En medio de la última cosecha de duraznos, ellos se enfrentan a cambios drásticos que amenazan con resquebrajar su unión y dejarlos sin sustento.

Hace muchos años, Rogelio (Josep Abad), el patriarca de la familia Solé, hizo un pacto de palabra con el patriarca de los Pinyol, quien le cedió ese terreno a Rogelio en agradecimiento por haber escondido a su familia durante la Guerra Civil Española. Pero eso fue ayer y los acuerdos no escritos se diluyen sin dejar prueba. Hoy el heredero Joaquín Pinyol (Jacob Diarte) quiere instalar paneles solares en los terrenos en los que la familia Solé se dedica a la agricultura, por lo que les da un ultimátum para que desalojen la propiedad.


Entonces, las tres generaciones de los Solé asumen diferentes posturas frente a la crisis. Mientras Rogelio se mantiene aparentemente impasible pero con una serenidad que denota también melancolía, su hijo Quimet (Jordi Pujol Dolcet) entra en una fase de negación y resistencia hasta el final, haciendo que sus hijos colaboren en la cosecha y cerrándose ante toda posibilidad de perder la única forma de vida que siempre ha conocido. En cambio, su cuñado Cisco (Carles Cabós) sí se muestra dispuesto a trabajar para los Pinyol en la instalación de los paneles solares, lo que evidentemente causa una corriente eléctrica de tensión al interior de la familia.

Luego de Verano 1993 (Estiu 1993), la cineasta catalana Carla Simón continúa explorando en Alcarràs algunos de los temas de su extraordinaria ópera prima: la inevitable presencia de los cambios que transforman nuestra existencia, la construcción de los lazos familiares tanto en tiempos de alegría como de tragedia, la añoranza por esos veranos en los que la vida parece depararnos eventos que se quedarán grabados a fuego en la memoria. 

Pero mientras en Verano 1993, el protagonismo recaía en una niña huérfana (inspirada en la propia infancia de Carla Simón), Alcarràs es un retrato coral, en el que todos los miembros de la familia tienen el mismo peso e importancia. Con una gran atención al detalle y una mirada humanista, el guion de Simón y Arnau Vilaró le ofrece a cada personaje el tiempo suficiente y la complejidad necesaria para que conozcamos su mundo interior, sus preocupaciones y deseos. 


El elenco está conformado por actores no profesionales, que viven cerca de la zona rural donde se ambienta la película. Es un testamento del enorme talento de Simón para dirigir actores el que haya obtenido de ellos actuaciones tan naturales, tan espontáneas y tan alejadas de cualquier impostación que por momentos pareciera que estamos viendo un documental o que nos hemos colado por la ventana en la casa de una familia real, que tiene problemas con los que nos podemos identificar.

Lejos del sentimentalismo o el fatalismo, Alcarràs es un relato de resistencia y unión familiar frente a las amenazas externas, mientras una forma tradicional de cosechar los frutos del campo se contrapone a la codicia de la industrialización que avanza implacable por encima de los pequeños agricultores. Este es cine político y social, que ofrece un rostro muy humano, una mirada compasiva y unas manos que huelen a tierra mojada y a fruta fresca.

Calificación: 8/10.

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