Los espíritus de la isla: La naturaleza destructiva del hombre

Alternando la comedia mordaz y el sombrío drama de época, Los espíritus de la isla (The Banshees of Inisherin, Irlanda 2022) utiliza la anécdota de una pelea aparentemente irreparable entre dos amigos para construir una poderosa alegoría de las guerras civiles y de la violencia interiorizada que estalla de formas imprevisibles hacia el exterior. Al mismo tiempo, plantea una fascinante reflexión sobre el legado que cada persona desea dejar cuando ya no esté.

En 1923, en una remota isla irlandesa vive Pádraic (Colin Farrell) junto a su hermana Siobhán (Kerry Condon), sus vacas y su adorada burra Jenny. Un día, su gran amigo de toda la vida Colm (Brendan Gleeson) le informa que no irá con él al pub a tomar una cerveza como todas las tardes. Colm ya no quiere pasar tiempo con Pádraic, se cansó de él y afirma que no tiene nada más que decirle nunca más. Ante ese rechazo, Pádraic pasa de la incredulidad al desconsuelo y a la terca determinación de intentar recuperar al amigo perdido.


Catorce años después de
In Bruges, el director y guionista Martin McDonagh vuelve a regalarnos otra brillante comedia en la que Colin Farrell y Brendan Gleeson se enfrentan a dilemas existenciales que los llevan a analizar las consecuencias de sus actos y reflexionar sobre el significado de la vida. Pero mientras en In Bruges las circunstancias los obligaban a desarrollar una amistad, en Los espíritus de la isla sus caminos dejan de ir en paralelo para empezar a divergir lenta e inevitablemente, generando fricciones que hacen saltar las chispas del conflicto.

Con la inteligencia y la gran capacidad de evocación que caracterizan sus mejores trabajos como dramaturgo y cineasta, McDonagh ambienta esta historia en una isla frente a la costa irlandesa y coloca como telón de fondo el estallido de la guerra civil en ese país. Ambos aspectos están lejos de ser casuales, porque la lúgubre isla se convierte en una representación del aislamiento y la separación, mientras que el enfrentamiento personal de dos amigos se transforma en un eco del conflicto nacional y en su tensa relación se evidencian las características de una guerra: las amenazas, la destrucción de uno mismo y del otro, los brotes de violencia que generan una reacción mucho más agresiva.

Colin Farrell logra una actuación consagratoria al encarnar de forma excepcional a un hombre que, a pesar de no tener una gran inteligencia, sí posee mucha sensibilidad y que no aspira a mucho en la vida, más allá de disfrutar la compañía de sus seres queridos. Cada mirada de Farrell y cada frase están puntuadas por una mezcla de amabilidad y resignación que empiezan a transformarse paulatinamente en confusión y dolor.


Por su parte, Brendan Gleeson tiene un desempeño extraordinario al personificar el hartazgo de un hombre consumido por la rutina y la banalidad de una vida demasiado ordinaria, a la que quiere dotar de una mayor relevancia a través de su música. En roles secundarios, Kerry Condon y Barry Keoghan también están notables al dibujar el delicado retrato de dos personas que se ven afectadas de formas distintas por la masculinidad tóxica.

Apoyado en las portentosas actuaciones del elenco, la inmaculada fotografía de Ben Davis y la melancólica música de Carter Burwell, Martin McDonagh nos entrega su mejor película hasta la fecha. Con un irresistible humor negro y unos diálogos cáusticos, Los espíritus de la isla cuestiona la naturaleza destructiva del hombre y su afán de trascendencia, dos aspectos universales que se pueden aplicar a cualquier época de la humanidad.

Calificación: 8/10.

Esta película está actualmente en la cartelera peruana.

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