Sundance 2021: Judas and the Black Messiah, Mass y The World to Come
Cerrando mi cobertura especial de la edición virtual del Festival de Sundance 2021, comparto el cuarto y último grupo de críticas de 3 valiosas películas que se presentaron en secciones fuera de la competencia oficial.
Sección Premieres Mundiales
Judas and the Black Messiah (Estados Unidos) es un potente thriller que nos sumerge en Chicago, a fines de la década de 1960. Como bien deja entrever el título, narra la historia de una traición: la de Bill O'Neal, un topo del FBI que se infiltra en el círculo íntimo de Fred Hampton, el líder afroamericano del partido político de las Panteras Negras.
El cineasta Shaka King (Newlyweeds) le insufla a su segundo largometraje una urgencia, una tensión creciente y una energía explosiva que la alejan de otros biopics más convencionales o planos. Teniendo de referentes a maestros como Spike Lee o Martin Scorsese, King sabe cómo darles complejidad y hondura psicológica a sus personajes, cómo crear un ambiente de calma que está siempre a punto de quebrarse y cómo subir la adrenalina con escenas de acción que nos cortan la respiración.
El guion traza un interesante paralelo entre dos entornos cercanos que vivían en guerra en los años 60: el de la militancia política que buscaba cambios tangibles a través de obras sociales pero también de las armas, y el del poder opresor representado por el FBI, quien veía a Hampton como una amenaza que había que erradicar a cualquier precio.
LaKeith Stanfield está impresionante como el atribulado espía infiltrado en el partido, encarnando el constante dilema de no saber cuándo detenerse a pesar de sentirse cada vez más convencido del discurso de las Panteras Negras. Como la figura mesiánica Fred Hampton, Daniel Kaluuya (Get Out) ofrece una actuación electrizante, en la que le prende fuego a la pantalla cada vez que pronuncia un discurso o lanza una frase perfectamente calibrada. Ambos protagonistas llenan de vitalidad un relato que se siente tan relevante hoy como hace 50 años.
Calificación: 8/10.
Mass (Estados Unidos) es una película hermética y asfixiante que paulatinamente se va volviendo terapéutica. En el salón de una iglesia protestante, se reúnen dos parejas de esposos para tener una conversación muy áspera sobre una tragedia que, años antes, enlutó a ambas familias. A lo largo del encuentro se manifiestan la culpa, el dolor inenarrable, la compasión y la posibilidad del perdón.
En su primer largometraje como director y guionista, el actor Fran Kranz elige un tema espinoso: los asesinatos masivos de estudiantes al interior de los colegios estadounidenses. Para ello, adopta el punto de vista de los padres de una víctima y los progenitores del victimario, pero trata a sus personajes con muchísima sensibilidad e inteligencia, sin juzgarlos ni encasillarlos. Los presenta en toda su compleja y fallida humanidad, como personas reales que están procesando un duelo.
Aunque transcurre en una sola locación, la puesta en escena tiene la astucia de concentrar la atención en la potencia dramática de sus cuatro actores (extraordinario y parejo el trabajo de Martha Plimpton, Jason Isaacs, Ann Dowd y Reed Birney), mientras que la cámara nos acerca o aleja de cada personaje o del conjunto para marcar la distancia que debemos guardar frente a los hechos que se narran y las emociones intensas que son liberadas entre cuatro paredes.
El título del filme alude por un lado a la “masa” anónima asesinada en las matanzas, pero también a la misa, como un ritual de reflexión y reconciliación. En ese sentido, plantea debates duros pero necesarios, a la vez que arroja preguntas que tal vez nadie puede responder, pero que nos aproximan a un entendimiento de las causas y consecuencias de sucesos tan trágicos que dejan heridas que parecen incurables. Pero el diálogo, el que entablan los personajes entre sí y gracias a ellos, la película con la audiencia, abre un camino para empezar a sanar.
Calificación: 8/10.
Sección Spotlight
The World to Come (Estados Unidos) narra un romance prohibido entre dos mujeres que viven en una zona fronteriza en la década de 1850. Abigail y Tallie están casadas con dos hombres ciertamente apáticos, pero en esos matrimonios marchitos no sienten el latigazo interior que experimentan cuando se conocen y sus existencias de pronto adquieren otro sentido.
A diferencia de otras películas que cuentan romances entre personas del mismo sexo, aquí la atracción mutua se cocina a fuego lento y se evidencia en gestos sutiles como una mirada furtiva o una curiosa elección de palabras. En vez del fuego de la pasión, la directora noruega Mona Fastvold prefiere sugerir las chispas que conducen a un mundo por descubrir, en el que cada sensación se siente nueva.
Las protagonistas Katherine Waterston y Vanessa Kirby recrean con delicadeza la vulnerabilidad y anhelo de dos personajes femeninos que no sabían que estaban atrapadas, hasta que se encuentran y fantasean con la idea de liberarse de sus ataduras. Como contraparte masculina, Casey Affleck construye el retrato de un hombre afligido por la pérdida y la confusión, mientras que Christopher Abbott mantiene una presencia amenazante, pero su personaje carece de mayor profundidad.
Abigail es la narradora que relata los episodios como si fueran entradas en su diario personal y la cadencia de su voz tiene algo de poesía o canción triste. Ese tono melancólico se complementa muy bien con la relación entre el romance secreto y la indómita naturaleza que las envuelve, como la llegada de promesas cálidas en primavera y de tormentas incontrolables en el invierno.
Calificación: 7/10.
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