Ficciones que generan fricciones y melancolía

Comparto mis críticas de la comedia Ficción estadounidense nominada a 5 premios Oscar incluyendo mejor película y Mi amigo robot, nominada al Oscar en la categoría de mejor largometraje de animación. La primera está disponible en la plataforma de streaming Prime Video y la segunda está en la cartelera de cine en varias ciudades del Perú.


Ficción estadounidense (American Fiction, Estados Unidos 2023) es una sátira ácida que dispara sus balas hacia la industria literaria (pero también hacia otras industrias culturales) y su manera de reducir la identidad de los afroamericanos a estereotipos negativos relacionados a la pobreza, el sufrimiento, la delincuencia, la violencia policial, etc. Con sarcasmo, la película muestra cómo esos clichés son usados para obtener fortuna y ganar premios.

El profesor de inglés y escritor Thelonious “Monk” Ellison (Jeffrey Wright) está harto de que las editoriales (dirigidas por gente blanca) no publiquen sus novelas y que las librerías lo encasillen como autor de literatura afroamericana o de estudios afroamericanos (porque él pertenece a esa comunidad), reduciendo su obra a su color de piel. Entonces, Monk decide escribir una novela satírica bajo un seudónimo, usando todos los clichés que le encanta a la industria editorial. Para sorpresa de él, el libro se convierte en un suceso de ventas.

El cineasta Cord Jefferson, ganador del Emmy por la serie Watchmen, hace su debut en el cine como director y guionista de Ficción estadounidense, una adaptación de la novela Erasure de Percival Everett. Tanto la novela como la película realizan una crítica afilada hacia buena parte del cine sobre afroamericanos que se ha hecho en Hollywood durante décadas y que incluso ha sido abrazado y premiado por la Academia, como El color púrpura o Precious. Es decir, es un cuestionamiento hacia esos relatos que se regodean en la miseria, el dolor y el sufrimiento de los personajes afroamericanos, despojándolos de dignidad y convirtiéndolos en meras víctimas que solo han nacido para sufrir. De igual modo, el guion también enfila la puntería hacia los ejecutivos blancos de las editoriales, quienes creen que están siendo inclusivos porque contratan escritores negros, pero solo para que escriban sobre estereotipos negativos de su comunidad. De esa manera, sin darse cuenta, perpetúan el racismo sistemático.

Aunque se trata de una comedia ágil, inteligente y perspicaz, no es del todo redonda. El guion pretende abarcar demasiado terreno al querer cubrir tres apectos en la vida del protagonista: su vida profesional, familiar y sentimental. Si bien la exploración de los vínculos tensos con su madre y sus hermanos, así como el inicio de una nueva relación amorosa, dan espacio a algunas escenas muy cálidas y humanas, esas subtramas por momentos se sienten divorciadas de la trama principal: la serie de enredos en los que se involucra Monk al escribir una novela con un seudónimo. Conduciendo todas esas facetas con mucha versatilidad, el protagonista Jeffrey Wright compone el personaje memorable de un escritor algo huraño y muy culto, alternando escenas de una fina sutileza con otras de una gran exageración propia de la parodia.

Hacia el desenlace, Ficción estadounidense crece en intensidad y apuesta por varios finales alternativos, tan ridículos como divertidos y disparatados, para probar su tesis de que la industria literaria y la cinematográfica prefieren narrar las experiencias de vida de los afroamericanos desde el miserabilismo. No todos sus dardos dan siempre en el blanco, pero ocasionalmente genera no pocas risas y muchas reflexiones provocadoras.

Calificación: 7/10


Mi amigo robot (Robot Dreams, España 2023) es una encantadora película de animación que transmite una gratificante sensación de alegría, que luego se convierte en una honda melancolía. Narra la historia de una amistad pura, sincera y desinteresada que se pone en riesgo cuando los imprevistos de la vida y el inclemente paso del tiempo transforman ese vínculo.

En esta adaptación de la historieta homónima de Sara Varon, Dog es un perro solitario que vive en Manhattan en los años 80. Tras ver a través de su ventana a otros vecinos que se divierten, Dog decide comprar y armar un robot, para que sea su amigo. Así, se vuelven inseparables hasta que, un festivo día de verano, ocurre algo que los separa: Robot se “enferma” y se ve obligado a quedarse en la playa, justo antes del prolongado cierre de la misma por el término de la estación veraniega. A partir de entonces, ambos amigos intentan por todos los medios volver a reunirse.

El director español Pablo Berger ha dirigido comedias como Torremolinos 73 y Abracadabra, así como el drama de época Blancanieves, que es una ingeniosa relectura del clásico cuento de hadas ambientado en el mundo del toreo en Sevilla en los años 20, siendo además una película muda y en blanco y negro. Mi amigo robot es su primera película de animación y, al igual que en Blancanieves, no hay diálogos, por lo que toda la narración descansa en la fuerza expresiva de las imágenes y los sonidos.

De manera sutil y sugerente, gracias a esa falta de diálogos, entra a tallar la subjetividad y la interpretación de cada espectador. Para mí, fue inevitable encontrar una representación no solo de la amistad, sino del amor en general, de la vida en pareja o la evolución de las relaciones sentimentales, cuando pasan de un período de conexión muy fuerte a una separación abrupta, al deseo de reencontrarse y luego a la aceptación de que crecer significa también cambiar y decir adiós.

A nivel de animación, el diseño gráfico se caracteriza por el uso de líneas claras y definidas, así como una paleta de colores vibrantes, con lo que se rinde homenaje a la historieta en la que se basa. También destaca el fascinante diseño sonoro, que captura el bullicio, la agitación y la algarabía de las calles de New York y la playa de Coney Island. Asimismo, se agradecen las múltiples referencias cinéfilas, desde el estilo de comedia de los maestros del cine mudo Charles Chaplin y Buster Keaton hasta un referente más reciente como Wall E. Al igual que Chaplin, Keaton y el robot de Pixar, Mi amigo robot tampoco necesitaba de diálogos para comunicar un manantial de emociones y para encandilarnos con su nobleza inquebrantable.

Calificación: 8/10.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Chabuca: Unas polleras brillan más que otras

Retratos del horror y la belleza en lo cotidiano

El horror cotidiano que emana de los medios