Spencer: Una pesadilla claustrofóbica

Spencer (Reino Unido 2021) narra un tenso fin de semana en el que la princesa Diana de Gales convive con la familia real británica para celebrar la Navidad. Sin embargo, lejos de ser un biopic convencional, es una fábula estilizada y deliberadamente perturbadora que tiene menos de drama realista que de thriller psicológico, relato de fantasmas y pesadilla claustrofóbica.

A casi 25 años de su fallecimiento, Diana Frances Spencer sigue siendo un personaje enigmático, que ha alimentado la creación de numerosas obras audiovisuales en torno a su vida y su muerte: películas de ficción (The Queen, Diana), series (The Crown), musicales (Diana: The Musical) y documentales (The Princess). Cada una intenta acercarse al mito de Lady Di, una mujer que fascinó tanto al público como a los medios de comunicación y a los paparazzi.


Por eso, el director chileno Pablo Larraín y el guionista Steven Knight aciertan, hasta cierto punto, al no hacer un compendio de las situaciones más resaltantes de la vida de Diana, como hacen las películas biográficas estándar, sino que se concentran en esa fatídica celebración navideña para explorar ese punto de quiebre cuando la relación de Diana y Carlos se ha deteriorado tanto que ella empieza a cuestionarse si vale la pena seguir casada con él. 

No obstante, en ese saludable afán de escapar de todas las convenciones, Spencer opta por un camino radical y arriesgado que no siempre funciona. Por un lado, se abusa de la repetición de distintas metáforas algo toscas: unos vehículos militares pasan por encima de un faisán muerto en el pavimento para representar a la princesa siendo atropellada por todo un sistema; Diana intenta sacarse más de una vez un collar de perlas, como símbolo evidente de la opresión que ejerce la familia real sobre ella y que no la deja respirar. 

Por otro lado, la película retrata a Diana como una prisionera en una cárcel dorada, en la que las distintas agresiones (algunas sutiles, otras directas) de la familia real la llevan a un frágil estado mental, por el que tiene constantes alucinaciones. Por ejemplo, la princesa imagina que se autolesiona o que conversa con la fallecida Ana Bolena. El guion traza un paralelo entre el tratamiento que tuvo la realeza con Ana y Diana, pero las escenas en que ambas mujeres conversan están lastradas por un tono solemne que no se conecta de forma orgánica con el resto del relato. 


En el rol protagonista, Kristen Stewart ofrece una actuación sorprendente y comprometida, que demuestra su evolución como actriz. La cámara se pega a ella y en esa sucesión interminable de primeros planos, su rostro transmite la ansiedad, la paranoia, las ganas incontrolables de salir corriendo. Aunque en determinadas escenas parece estar haciendo una imitación ligeramente afectada e impostada de Diana, también tiene momentos de mayor lucimiento, sobre todo cuando se muestra mucho más humana en las interacciones con sus hijos o con Maggie (Sally Hawkins, como siempre impecable), la única sirvienta en la que puede confiar.

La cuidada fotografía de Claire Mathon y la envolvente música de Jonny Greenwood son dos puntos altos de Spencer, pues junto a la puesta en escena de Larraín contribuyen a crear una experiencia tan agobiante y asfixiante que nos acercamos a sentir, aunque sea en un esbozo, ese peso avasallador que representa pertenecer a la realeza británica y ser esclavo de sus rituales, tradiciones y traiciones.

Calificación: 6/10.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me gusto bastante esta:) La vi dos veces en el cine y la disfrute ambas veces. La película esta filmada en cinta y añadiendo la gran cinematografía, hace que sea muy placentero de ver. Yo le hubiera puesto un 7 ;)

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