Espionaje y expiación
Comparto mis críticas de dos películas que se han estrenado recientemente en la cartelera peruana y que tienen en común la mezcla de varios géneros: Código negro y Pecadores.
Código negro (Black Bag, Estados Unidos, 2025) es tanto una película de suspenso que se inscribe en el cine de espionaje como un drama marital que expone los riesgos a los que están dispuestos a llegar dos espías para salvar su relación. Con las dosis exactas de inteligencia, sofisticación, sensualidad y humor, se trata de un filme embriagadoramente divertido y misterioso, el tipo de entretenimiento para adultos que a la industria de Hollywood ya no le interesa hacer.
El analítico y calculador George Woodhouse (Michael Fassbender) trabaja en una agencia de inteligencia en el Reino Unido. De pronto, recibe una alerta sobre la existencia de un posible topo que estaría traicionando a la agencia y le dan una lista con 5 sospechosos, incluyendo el nombre de su esposa Kathryn (Cate Blanchett).
Luego de Kimi y Presencia, el director Steven Soderbergh y el guionista David Koepp firman su tercera colaboración juntos, acaso la mejor de las tres. Por un lado, el guion de Koepp tiene una estructura narrativa lo suficientemente compleja y bien aceitada para dosificar la información sobre las motivaciones de cada personaje. Asimismo, los diálogos destilan ingenio y provocación, especialmente cuando George interroga a cada personaje que es sospechoso de traicionar a la patria o pone en práctica juegos mentales para estudiar sus reacciones.
Por otro lado, la puesta en escena de Soderbergh destaca por su maestría para jugar con los códigos del cine de espías, pero también con los códigos del drama romántico y del thriller corporativo. El director ganador del Oscar sabe cómo pasar fluidamente de un género cinematográfico al otro y cómo apretar las tuercas precisas en el momento oportuno para crear atmósferas cargadas de suspenso, sarcasmo, deseo o peligro latente.
Como parte del espíritu lúdico de esta etapa de su carrera, Soderbergh no resiste las ganas de hacer un guiño al espía por excelencia: James Bond, al incluir en el elenco a dos actores que han trabajado en esa saga: Pierce Brosnan y Naomie Harris. Tanto ellos como los demás actores secundarios (sobre todo Marisa Abela y Tom Burke), están magníficos. Pero son los dos protagonistas, Michael Fassbender y Cate Blanchett, quienes aportan su magnetismo de estrellas de cine y su infalible capacidad de convencimiento para que Código negro sea un thriller irresistible e inteligente, que no se toma demasiado en serio a sí mismo, pero que también desafía al espectador a seguir el hilo narrativo de la madeja para desenredar todas sus pistas falsas, secretos y revelaciones.
Calificación: 8/10.
Pecadores (Sinners, Estados Unidos, 2025) es un exuberante festival de sangre, violencia, pasiones reencontradas y mucha música, que entrelaza los géneros del terror, el drama histórico y el musical, en una mezcla explosiva que probablemente clava los dientes en demasiados temas a la vez, pero que de todas formas impacta y entusiasma por la audacia de la visión creativa de Ryan Coogler y la manera en la que mete de contrabando los comentarios sociales y políticos en el empaque de un blockbuster de gran presupuesto.
Casi toda la acción transcurre a lo largo de un solo día y su respectiva noche, a inicios de los años 30. Luego de pelear en la Primera Guerra Mundial y trabajar para la mafia en Chicago, dos hermanos gemelos regresan a su pueblo natal al sur de Estados Unidos para empezar una nueva vida y deciden abrir un bar con música en vivo. Durante la apertura del local, una fuerza maligna se cierne sobre todos los asistentes.
Luego de Fruitvale Station, Creed, Black Panther y su secuela, el cineasta Ryan Coogler vuelve a dirigir en su quinto largometraje a su actor fetiche Michael B. Jordan y en esta quinta colaboración juntos, se nota la madurez que vienen alcanzando tanto el director y guionista como el intérprete. La puesta en escena de Coogler destaca por su ambición y grandilocuencia, especialmente al mezclar diversos estilos y géneros cinematográficos de una manera que casi siempre resulta fluida, aunque sea ocasionalmente sobrecargada.
A nivel técnico, la película deslumbra y alcanza su pico más alto en esa hipnótica escena de música y baile que atraviesa la barrera del tiempo y muestra la evolución musical de los artistas afroamericanos a lo largo de las décadas. Mientras que la introducción disruptiva de personajes y ritmos musicales anacrónicos saca de cuadro en un primer momento, pronto caemos bajo el hechizo de las envolventes imágenes filmadas por la directora de fotografía Autumn Durald Arkapaw y la prodigiosa composición musical de Ludwig Göransson.
Mientras que la primera hora de Pecadores destaca por concentrarse en la introducción de los personajes y sus conflictos, cocinando sin prisas el drama histórico y social, recién en la segunda hora aparecen los elementos más reconocibles del cine de terror y específicamente del subgénero de vampiros. Si bien es cierto que una vez que el terror pisa el acelerador, la película se torna un poco más convencional, logra un buen aterrizaje mientras insufla temas como la identidad, la herencia cultural, el racismo y la búsqueda de trascendencia a través de la música, en el cuerpo de una historia de vampiros sedientos de sangre.
Calificación: 7/10.
El analítico y calculador George Woodhouse (Michael Fassbender) trabaja en una agencia de inteligencia en el Reino Unido. De pronto, recibe una alerta sobre la existencia de un posible topo que estaría traicionando a la agencia y le dan una lista con 5 sospechosos, incluyendo el nombre de su esposa Kathryn (Cate Blanchett).
Luego de Kimi y Presencia, el director Steven Soderbergh y el guionista David Koepp firman su tercera colaboración juntos, acaso la mejor de las tres. Por un lado, el guion de Koepp tiene una estructura narrativa lo suficientemente compleja y bien aceitada para dosificar la información sobre las motivaciones de cada personaje. Asimismo, los diálogos destilan ingenio y provocación, especialmente cuando George interroga a cada personaje que es sospechoso de traicionar a la patria o pone en práctica juegos mentales para estudiar sus reacciones.
Por otro lado, la puesta en escena de Soderbergh destaca por su maestría para jugar con los códigos del cine de espías, pero también con los códigos del drama romántico y del thriller corporativo. El director ganador del Oscar sabe cómo pasar fluidamente de un género cinematográfico al otro y cómo apretar las tuercas precisas en el momento oportuno para crear atmósferas cargadas de suspenso, sarcasmo, deseo o peligro latente.
Como parte del espíritu lúdico de esta etapa de su carrera, Soderbergh no resiste las ganas de hacer un guiño al espía por excelencia: James Bond, al incluir en el elenco a dos actores que han trabajado en esa saga: Pierce Brosnan y Naomie Harris. Tanto ellos como los demás actores secundarios (sobre todo Marisa Abela y Tom Burke), están magníficos. Pero son los dos protagonistas, Michael Fassbender y Cate Blanchett, quienes aportan su magnetismo de estrellas de cine y su infalible capacidad de convencimiento para que Código negro sea un thriller irresistible e inteligente, que no se toma demasiado en serio a sí mismo, pero que también desafía al espectador a seguir el hilo narrativo de la madeja para desenredar todas sus pistas falsas, secretos y revelaciones.
Calificación: 8/10.
Pecadores (Sinners, Estados Unidos, 2025) es un exuberante festival de sangre, violencia, pasiones reencontradas y mucha música, que entrelaza los géneros del terror, el drama histórico y el musical, en una mezcla explosiva que probablemente clava los dientes en demasiados temas a la vez, pero que de todas formas impacta y entusiasma por la audacia de la visión creativa de Ryan Coogler y la manera en la que mete de contrabando los comentarios sociales y políticos en el empaque de un blockbuster de gran presupuesto.
Casi toda la acción transcurre a lo largo de un solo día y su respectiva noche, a inicios de los años 30. Luego de pelear en la Primera Guerra Mundial y trabajar para la mafia en Chicago, dos hermanos gemelos regresan a su pueblo natal al sur de Estados Unidos para empezar una nueva vida y deciden abrir un bar con música en vivo. Durante la apertura del local, una fuerza maligna se cierne sobre todos los asistentes.
Luego de Fruitvale Station, Creed, Black Panther y su secuela, el cineasta Ryan Coogler vuelve a dirigir en su quinto largometraje a su actor fetiche Michael B. Jordan y en esta quinta colaboración juntos, se nota la madurez que vienen alcanzando tanto el director y guionista como el intérprete. La puesta en escena de Coogler destaca por su ambición y grandilocuencia, especialmente al mezclar diversos estilos y géneros cinematográficos de una manera que casi siempre resulta fluida, aunque sea ocasionalmente sobrecargada.
A nivel técnico, la película deslumbra y alcanza su pico más alto en esa hipnótica escena de música y baile que atraviesa la barrera del tiempo y muestra la evolución musical de los artistas afroamericanos a lo largo de las décadas. Mientras que la introducción disruptiva de personajes y ritmos musicales anacrónicos saca de cuadro en un primer momento, pronto caemos bajo el hechizo de las envolventes imágenes filmadas por la directora de fotografía Autumn Durald Arkapaw y la prodigiosa composición musical de Ludwig Göransson.
Mientras que la primera hora de Pecadores destaca por concentrarse en la introducción de los personajes y sus conflictos, cocinando sin prisas el drama histórico y social, recién en la segunda hora aparecen los elementos más reconocibles del cine de terror y específicamente del subgénero de vampiros. Si bien es cierto que una vez que el terror pisa el acelerador, la película se torna un poco más convencional, logra un buen aterrizaje mientras insufla temas como la identidad, la herencia cultural, el racismo y la búsqueda de trascendencia a través de la música, en el cuerpo de una historia de vampiros sedientos de sangre.
Calificación: 7/10.
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