Conflictos internos y deseos intensos

Comparto mis críticas de dos de los mejores estrenos recientes de la cartelera comercial: Guerra civil y Desafiantes.


Guerra civil (Civil War, Estados Unidos 2024) es a la vez una película de acción, una road movie y un filme bélico, que imagina una nueva guerra civil en Estados Unidos, dos siglos después de la Guerra de Secesión. Entre disparos de cámaras y disparos de metralletas, se retrata el poder y la responsabilidad del periodismo para registrar hechos que despierten una conciencia crítica.

En un futuro cercano, Texas y California se han separado del resto del país y han formado su propia nación: las Fuerzas Occidentales. Mientras tanto, el presidente de Estados Unidos es un dictador atornillado en el poder durante tres períodos consecutivos. En ese contexto de guerra y caos, un equipo de periodistas y fotógrafos de guerra emprende un viaje por carretera en dirección a Washington DC, con el objetivo de llegar antes de que las fuerzas rebeldes irrumpan en la Casa Blanca y tomen el poder por la fuerza.

Lejos de enfocarse en las facciones enfrentadas o en las explicaciones del origen de la guerra, el cineasta británico Alex Garland (Ex Machina, Aniquilación) se concentra en cuatro personajes principales: dos periodistas (Wagner Moura y Stephen McKinley Henderson) y dos fotógrafas (Kirsten Dunst y Cailee Spaeny), quienes deben capturar en palabras e imágenes los enfrentamientos y hechos de violencia extrema que se producen en el contexto de la guerra. Así, la película destaca el valor del periodismo en momentos de conflicto, como un medio necesario para que la población no solo se informe de lo que ocurre, sino que tome conciencia de las causas y la magnitud de la escalada de violencia.

Aunque la película evita tomar partido por ningún bando y no se refiere jamás a los partidos demócrata o republicano, ni hace menciones a nociones como izquierda o derecha, está implícito que sirve como una representación de distintos movimientos políticos que han ganado muchos adeptos en los últimos años y que han radicalizado sus discursos y sus formas de intentar llegar al poder. Al mismo tiempo, es una representación de los extremos a los que puede llegar una sociedad cada vez más obsesionada con las armas y menos sensibilizada frente a la violencia.

Luego de una escena tan brillante como escalofriante que va creciendo en tensión cuando un hombre armado (Jesse Plemons) interroga a los protagonistas mientras les apunta con una metralleta, llega un final adrenalínico en Washington DC. Lamentablemente en ese desenlace los hechos se precipitan de forma tosca y abrupta, optando por un tono que oscila entre la tragedia y el sarcasmo cercano a la parodia. No es un mal final ni arruina la película, pero no encaja del todo con la sobriedad que hubo durante el resto del metraje.

Calificación: 7/10.


Desafiantes (Challengers, Estados Unidos 2024) es, sobre la superficie, un drama deportivo sobre la rivalidad entre dos jóvenes tenistas, pero debajo de sus saques lanzados con furia y determinación, se esconde la divertida, descarada y sugerente historia de un triángulo amoroso, marcado por el deseo ardiente: de ganar en la cancha, pero también de lograr dentro de ella lo que cada uno no se atreve a concretar fuera de ella.

La película alterna dos líneas temporales. En el pasado, Art (Mike Faist) y Patrick (Josh O'Connor) son dos tenistas debutantes que juegan juntos y hacen todo juntos, hasta que conocen a Tashi (Zendaya), una joven promesa del tenis profesional. Trece años después, Art es un campeón de Grand Slam y Tashi es su entrenadora. Tras una mala racha de varias derrotas consecutivas, Tashi inscribe a Art en un torneo “Challenger”, en el que debe enfrentarse a Patrick, quien está distanciado de la pareja desde hace un buen tiempo.

A diferencia de sus películas anteriores (El amante, Llámame por tu nombre, Hasta los huesos), que eran más serias y melancólicas, el cineasta italiano Luca Guadagnino opta en Desafiantes por un tono más festivo y jovial, por momentos sarcástico y en otros momentos, sugerente y cercano al erotismo. No hay sexo propiamente dicho, pero en varias escenas los personajes están cerca de tener relaciones sexuales hasta que algo sucede. A Guadagino le interesa filmar esos instantes de deseo, de miradas que arden, de unos cuerpos que se rozan y generan corrientes eléctricas. Y claro, luego muestra cómo ese deseo moldea sus interacciones y sus decisiones.

Mike Faist y Zendaya están bastante bien en sus respectivos papeles, encarnando la ambición y la disciplina de dos jugadores con ganas de llegar siempre más alto. Sin embargo, quien se roba la película es Josh O'Connor (The Crown, La chimera), con una actuación sensacional y magnética, construyendo un personaje de personalidad ambigua e intereses tan sinuosos como sus movimientos con la raqueta.

A nivel técnico, la película es un deleite. Los movimientos de cámara nos llevan a distintos ángulos de la cancha de tenis: arriba o a cada lado de los jugadores, incluso debajo de sus pies, o viajando a la velocidad de la pelota desde una raqueta a la otra. En otros encuadres, la cámara lenta se detiene en los rostros sudorosos de los personajes para captar un momento de duda, concentración o acaso excitación. Por otro lado, la fascinante música electrónica compuesta por Trent Reznor y Atticus Ross, contribuye a ponerle un ritmo frenético y misterioso a ese derroche de sensualidad y deseo que evocan las imágenes. Tanto a nivel de puesta en escena como de guion, actuaciones, montaje y música, Desafiantes va in crescendo hasta llegar a un final que sugiere la culminación no tanto de un encuentro deportivo, sino más bien sexual.

Calificación: 8/10.

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