Una construcción imponente y descomunal sobre la pesadilla americana
El brutalista (The Brutalist, Estados Unidos, 2024) es una película monumental que se yergue como una construcción imponente, áspera y descomunal, cuyos materiales son el trauma posterior a la guerra, la dura experiencia del migrante en una tierra desconocida y el choque entre la visión creativa de un artista y la mirada pragmática de un empresario capitalista.
El arquitecto húngaro y judío László Toth (Adrien Brody) huye de Europa luego de sobrevivir al Holocausto y se instala en Estados Unidos con la esperanza de empezar de cero, mientras espera la llegada de su esposa Erzsébet (Felicity Jones), de quien tuvo que separarse durante la guerra. Mientras László se establece en Pensilvania, su camino se cruza con el del magnate Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce), quien lo contrata para construir un ambicioso centro comunitario compuesto de cuatro edificios.
Luego de The Childhood of a Leader y Vox Lux, el director estadounidense Brady Corbet filma su largometraje más ambicioso hasta la fecha, una película de 3 horas y 35 minutos de duración (incluyendo un intermedio) filmada en el formato VistaVision y poseedora de una puesta en escena milimétricamente cuidada, en la que tanto la narración, como las actuaciones y los aspectos formales destacan por su envolvente verosimilitud y sobriedad. A pesar de la extensa duración, nada sobra en El brutalista, cada escena y cada plano son piezas que forman parte integral del conjunto y, si se les retira, crean un desbalance.
Como antes lo hicieron Francis Ford Coppola en El Padrino II o Paul Thomas Anderson en Petróleo sangriento, Corbet se aventura a narrar los aspectos más impactantes de la vida de un hombre y, a partir de él, pintar el retato de la nación estadounidense en un momento decisivo de su historia. Y en todos los casos, el poder del dinero y el capitalismo juegan un rol clave tanto en la construcción como en la destrucción de los cimientos de la existencia de ese hombre y del país que lo acoge.
22 años después de El pianista (2002), Adrien Brody vuelve a protagonizar otra historia de un judío sobreviviente del Holocausto. Con mayor madurez y experiencia, Brody ofrece en El brutalista la mejor actuación de su carrera, alternando el dolor incontenible de las heridas físicas y emocionales de la guerra, el embriagador deseo de crear una obra artística que trascienda a su tiempo y la desilusión de comprobar que el sueño americano puede transformarse en una pesadilla.
En roles secundarios, también destacan la portentosa actuación de Felicity Jones como Erzsébet, una mujer parcialmente inmovilizada por los problemas de salud derivados de la guerra, pero que siempre encuentra la forma de hacer oír su voz, sea en un sutil susurro o en un grito de denuncia. En tanto, Guy Pearce está notable en el rol del poderoso mecenas que trata a las personas como recursos descartables, que solo resultan valiosos mientras le ayudan a conseguir dinero, pero que se aplastan y se eliminan apenas termina su función.
El excelente guion de Brady Corbet y Mona Fastvold, que abarca una gran variedad de temas y los incorpora al viaje interior del protagonista, se complementa a la perfección con la fantástica música de Daniel Blumberg, que crea una sinfonía de sonidos que hipnotizan y retumban como los golpes de las herramientas en una construcción; y la dirección de fotografía de Lol Crawley, que compone imágenes cargadas de simbolismo y una belleza sugerente, como aquel inolvidable encuadre de la Estatua de la Libertad mostrada de cabeza, cuando László y otros migrantes llegan al territorio estadounidense. En ese evocador movimiento fuera de su lugar habitual, se presagia la promesa rota de libertad en un entorno luminoso, que esconde distintas formas de abuso y esclavitud detrás de su falsa amabilidad.
Calificación: 9/10.
Esta película está actualmente en la cartelera peruana.
El arquitecto húngaro y judío László Toth (Adrien Brody) huye de Europa luego de sobrevivir al Holocausto y se instala en Estados Unidos con la esperanza de empezar de cero, mientras espera la llegada de su esposa Erzsébet (Felicity Jones), de quien tuvo que separarse durante la guerra. Mientras László se establece en Pensilvania, su camino se cruza con el del magnate Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce), quien lo contrata para construir un ambicioso centro comunitario compuesto de cuatro edificios.
Como antes lo hicieron Francis Ford Coppola en El Padrino II o Paul Thomas Anderson en Petróleo sangriento, Corbet se aventura a narrar los aspectos más impactantes de la vida de un hombre y, a partir de él, pintar el retato de la nación estadounidense en un momento decisivo de su historia. Y en todos los casos, el poder del dinero y el capitalismo juegan un rol clave tanto en la construcción como en la destrucción de los cimientos de la existencia de ese hombre y del país que lo acoge.
22 años después de El pianista (2002), Adrien Brody vuelve a protagonizar otra historia de un judío sobreviviente del Holocausto. Con mayor madurez y experiencia, Brody ofrece en El brutalista la mejor actuación de su carrera, alternando el dolor incontenible de las heridas físicas y emocionales de la guerra, el embriagador deseo de crear una obra artística que trascienda a su tiempo y la desilusión de comprobar que el sueño americano puede transformarse en una pesadilla.
El excelente guion de Brady Corbet y Mona Fastvold, que abarca una gran variedad de temas y los incorpora al viaje interior del protagonista, se complementa a la perfección con la fantástica música de Daniel Blumberg, que crea una sinfonía de sonidos que hipnotizan y retumban como los golpes de las herramientas en una construcción; y la dirección de fotografía de Lol Crawley, que compone imágenes cargadas de simbolismo y una belleza sugerente, como aquel inolvidable encuadre de la Estatua de la Libertad mostrada de cabeza, cuando László y otros migrantes llegan al territorio estadounidense. En ese evocador movimiento fuera de su lugar habitual, se presagia la promesa rota de libertad en un entorno luminoso, que esconde distintas formas de abuso y esclavitud detrás de su falsa amabilidad.
Calificación: 9/10.
Esta película está actualmente en la cartelera peruana.
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