La fiesta de la pobre oferta I

El Festival de Lima, XIII Encuentro Latinoamericano de Cine, tuvo entre sus principales aciertos rendirle homenaje a una actriz de la talla colosal de Isabelle Huppert (una leyenda viva del cine francés) y a un actor nacional tan entrañable como Carlos Gassols. También destacó la muestra española, de la cual pude ver un par de representantes.

Este año vi 9 películas de las 20 que formaban parte de la sección oficial de ficción y honestamente, ninguna me pareció superior a La Teta Asustada. Esta debió ser la ganadora del premio a la mejor película, pero ni el jurado oficial ni la crítica internacional coinciden conmigo pues decidieron premiar a la chilena La Nana. En términos generales, el nivel de la competencia ha estado por debajo de años anteriores; ha habido varias cintas buenas, pero sin llegar a destacar como obras maestras.

Argentina


Los Paranoicos de Gabriel Medina es una comedia que gira alrededor de Luciano Gauna (Daniel Hendler), un perdedor lleno de manías que anima fiestas infantiles y escribe un guión que no es capaz de terminar. Cuando su amigo Manuel llega de España para repetir el éxito de su programa “Los Paranoicos” en Argentina, Luciano entra en conflicto con todas las cosas que se muere por hacer pero no se atreve.

El film tiene momentos hilarantes y escenas de un gran poder expresivo (la pelea de box en Play Station, el baile frenético que acerca dos cuerpos que se necesitan), pero hacia el final abandona su espacio de frescura y opta por un desenlace ligeramente forzado o resuelto muy de prisa. En todo caso, el premio que le concedió el jurado a Hendler como mejor actor es un reconocimiento muy acertado, pues el uruguayo está magnífico en cada registro de pánico, euforia, apatía, frustración y deseo. Calificación: *** ½


El niño pez de Lucía Puenzo cuenta la tormentosa relación amorosa de la adolescente Lala (Inés Efron) y Aylín (Mariela Vitale o simplemente Emme), su empleada doméstica paraguaya. El complicado rompecabezas incluye la leyenda que da título al film, la espinosa relación de ambas con sus respectivos padres y un crimen que desencadena la confesión de secretos oscuros.

La directora Lucía Puenzo me sorprendió con su sofisticado e inquietante film anterior, XXY. Aquí opta por una narración más desordenada, que salta caprichosamente en el tiempo y que abarca muchos temas para agregar más dramatismo a una historia bastante intensa y por momentos absorbente. La fotografía es bellísima, en especial en las escenas del lago donde conocemos al esquivo niño pez, cuyo origen pudo ser mejor explicado y su presencia pudo aportar más a la trama. Calificación: *** ½

Brasil


Última Parada 174 de Bruno Barreto es un nuevo exponente (sí, otro más) de la violencia y miseria en las favelas de Brasil. Sandro (Michel Gomes) es un chico de la calle que quedó huérfano y que quiere ser cantante de rap, pero en su desesperación termina secuestrando a los pasajeros de un bus.

La película cuenta con grandes dosis de melodrama de telenovela, con una sufrida madre evangélica que busca a su hijo perdido y cree encontrarlo en otro muchacho del mismo nombre. Aunque la historia cuenta con anécdotas interesantes y tiene picos de gran suspenso, no llega a cuajar del todo por ciertos lugares comunes y por su total desperdicio de una escena tan prometedora como la del secuestro. ¿Seguirá Brasil exportando nuevos intentos de repetir la fórmula de Ciudad de Dios todos los años? Calificación: ***


La fiesta de la niña muerta
de Matheus Nachtergaele es una película difícil de ver, desmenuzar y digerir. En un remoto pueblito de la Amazonía brasileña, Santinho (Daniel de Oliveira) es casi un santo venerado por toda la comunidad, ya que supuestamente es el único que puede comunicarse con el espíritu de una niña que falleció de manera trágica y cada año se organiza una fiesta en su nombre.

La narración es caótica y muchas escenas parecen meros caprichos intrascendentes. Como quiere ser provocadora recurre a mostrar actos de incesto y de fanatismo religioso llevado al ridículo. El absurdo llega a su máxima expresión cuando un cura católico baila poseído y besa las escalinatas de la casa de Santinho bañadas con agua sucia. Al margen de la controversia, Santinho es un personaje deformado por excesos: todo el tiempo grita, convulsiona, delira y se exaspera. Una premisa tan interesante como la mirada a una secta religiosa es desaprovechada por culpa de los afanes pretenciosos del director. Calificación: **

En la próxima entrada: Chile, España y Uruguay.

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