Ambición vs. pretensión

¿Dónde termina la ambición creativa y empieza la insoportable pretensión de llamar la atención a como dé lugar, sin importar el arte? Esa pregunta está implícita en el conflicto del protagonista de Birdman. Pero el debate también es válido para los espectadores que salimos de ver la arriesgada puesta en escena de esta película.

Riggan Thomson es un actor que alcanzó la gloria en Hollywood interpretando hace muchos años al superhéroe Birdman en una trilogía. Pero ahora su carrera está estancada y condenada al olvido. En un intento por recuperar la fama y el prestigio, se prepara para estrenar una obra de teatro en Broadway, que él mismo dirige y protagoniza. 

Desde una perspectiva técnica, Birdman es un triunfo digno de admiración. La fotografía simula ser un largo plano de secuencia de dos horas, como si no tuviese cortes de edición. La idea no es completamente original, pues Alfred Hitchcock hizo lo mismo con el thriller La soga (Rope) hace 66 años. Sin embargo, en Birdman la técnica sirve para nutrir a la historia de un sentido de urgencia y dinamismo, así como de la ambigüedad propia de un sueño o una fantasía, como las que crea el protagonista en su afiebrada imaginación.

Desde el punto de vista actoral, estamos ante una suma de logros individuales que crean un conjunto asombroso. Michael Keaton, un actor famoso por interpretar a Batman en los años 90 y luego relegado a producciones menores, vuelve a volar por todo lo alto con una actuación electrizante, que pasa de la histeria a la melancolía en una sola escena. La película descansa sobre sus alas y él la eleva a otro nivel.

Así como Keaton se mira en el espejo de su propia carrera, Edward Norton interpreta con total entrega a un actor pedante e impredecible, adjetivos que no están lejos de su reputación en la vida real. Por otro lado, Emma Stone deja un enorme impacto, especialmente cuando dispara un monólogo portentoso sobre el deseo de trascender de los actores versus los verdaderos problemas de la gente común y silvestre. En papeles más pequeños, Naomi Watts, Andrea Riseborough y Amy Ryan también dan todo de sí mismas.

Desde el punto de vista narrativo, esta comedia negra tiene un pulso acelerado, marcado por intercambios rápidos y punzantes. El guion se burla de muchos aspectos y vicios del mundo del espectáculo, desde los críticos prejuiciosos que se proponen tumbar una creación artística sin siquiera haberla visto, hasta los espectadores incapaces de disfrutar una obra teatral en vivo sino es a través de la pantalla del celular, pasando por los actores egocéntricos y las productoras de Hollywood obsesionadas con maximizar sus ganancias apostando por secuelas de películas exitosas.

El director mexicano Alejandro González Iñárritu por fin se animó a abandonar los dramas sombríos y deprimentes como 21 gramos, Babel y Biutiful para introducirse con solvencia en el género de la comedia. Su audacia y ambición son innegables, así como su necesidad de empujar los límites con tal de sobresalir. Si tan solo se hubiese ahorrado la tentación de incluir esa innecesaria escena en la que el superhéroe interactúa con un robot gigante y explosiones chirriantes, estaríamos ante una obra mucho más redonda y balanceada.

Título original: Birdman
País y año: Estados Unidos y Canadá 2014
Director: 
Alejandro González Iñárritu
Actores: Michael Keaton, Emma Stone, Edward Norton, Zach Galifianakis, Naomi Watts, Amy Ryan, Andrea Riseborough, entre otros.
Calificación: ****.

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