Festival de Cine de Lima 2024: Kinra y El archivo bastardo

Comparto mis críticas de las películas peruanas Kinra y El archivo bastardo, que formaron parte de la Competencia Latinoamericana de Ficción y la Competencia Latinoamericana Documental, respectivamente, en el 28 Festival de Cine de Lima. Kinra obtuvo 6 reconocimientos en la ceremonia de clausura, incluyendo el premio de Apreci - Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica, el del jurado de la crítica internacional, el de la mejor película peruana y el de la mejor ópera prima.


Kinra (Perú, 2023) es un notable drama potenciado por unas corrientes inagotables de verosimilitud y humor. Este retrato de un joven migrante en movimiento constante establece un bello paralelo entre la relación con la madre biológica y la pertenencia a la madre tierra, mientras se explora la afirmación de la identidad y la herencia cultural.

Atoqcha (Raúl Challa Casquina) va de su casa en una zona rural en las montañas, donde vive su madre, a la ciudad del Cusco, donde espera ingresar a la universidad. Durante su travesía, busca suerte en algunos trabajos temporales y encuentra en su amigo Richar a un apoyo incondicional en medio de los obstáculos que se le presentan en su camino.

Sin caer jamás en el paternalismo, el director y guionista Marco Panatonic aborda en su ópera prima la forma en que la migración transforma la identidad de las personas, cómo cambia las dinámicas familiares y los planes de vida, creando un contraste entre las expectativas y lo que uno encuentra en la realidad.

En Kinra nada se siente impostado. Todo transcurre con una gran naturalidad, envolviendo al espectador y transmitiendo con mucha veracidad las emociones de ese viaje físico y espiritual que realiza el protagonista Atoqcha. Asimismo, los diálogos y las actuaciones destilan una espontaneidad que los hace sentirse genuinos en todo momento.

Con una mirada sensible y empática, Kinra narra el recorrido no solo de Atoqcha, sino de muchos jóvenes peruanos que han vivido experiencias similares ligadas a la migración y a la búsqueda de un lugar al cual pertenecer. La película evidencia un auténtico interés por mostrar el mundo de sus personajes, sin idealización y sin artificios, transitando entre la observación respetuosa de la vida cotidiana y el humor que se cuela en las situaciones menos esperadas.

Calificación: 8/10.


El archivo bastardo (Perú, 2024) es un documental íntimo y sensible en el que la directora Marianela Vega comparte las imágenes cotidianas y agridulces, grabadas por una cámara de video principalmente por su padre, pero también por ella y su hermano, a finales de la década de 1980 e inicios de los años 90. En el presente, la narración intenta tender un puente con el pasado para aclarar la visión borrosa de algunas cuentas pendientes.

Las imágenes de la pequeña Marianela y su familia de vacaciones, o de ella y su hermano interpretando personajes de asaltantes para una película amateur, se complementan con textos sobreimpresos que nos dan información sobre el contexto en el que ocurren las imágenes. Por ejemplo, se hace referencia al contexto social y político del Perú, remarcando que mientras el país vivía en crisis, ella y su familia vivían una fantasía.

Como ocurría en Aftersun de Charlotte Wells, que era una ficción con componentes autobiográficos, en este documental Marianela Vega (Rodar contra todo) también hace un ejercicio catártico de introspección a través de las imágenes de archivo de los videos familiares que recuerdan a un pasado aparentemente idílico, pero en el que se esconden las huellas de las heridas emocionales y los vínculos resquebrajados que se arrastran hasta el presente. También se sienten ecos del documental argentino El silencio es un cuerpo que cae, en el que la directora Agustina Comedi intentaba encontrar respuestas sobre la identidad de su padre y las cosas que nunca pudieron decirse, a través de las imágenes de esos videocassettes de su infancia.

Sin embargo, El archivo bastardo se diferencia de Aftersun y El silencio es un cuerpo que cae porque aquí no hay grandes revelaciones ni secretos explosivos, sino un registro más sutil y cotidiano de una familia que empieza a distanciarse lentamente. Eso sí, comparte con aquellas películas un brote de melancolía y una búsqueda por explorar la identidad y la memoria a través del visionado y reinterpretación de esas imágenes del pasado.

En una cruel ironía del destino, mientras la directora Marianela Vega narra en la película que uno de sus ojos deja de funcionar y su visión empieza a fallar, ella se refugia en las imágenes de su familia para tratar de ver más allá de lo que el encuadre registra, para leer esas imágenes de otra forma y encontrar en ellas una terapia o un refugio frente a la falta de claridad que experimenta su vista.

Calificación: 7/10.

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