Cinco madres inolvidables en el cine de Almodóvar

Uno de los temas recurrentes en la filmografía del director español Pedro Almodóvar es la maternidad. Las madres que habitan su filmografía son mujeres fuertes, decididas y obstinadas, que en ocasiones tienen una relación compleja o tirante con sus hijos.

Quiero recordar a cinco de las figuras maternas más memorables creadas por este cineasta de estilo inconfundible. Todas son encarnadas por actrices formidables que se ganaron a pulso su estatus de chicas Almodóvar. Y muy probablemente todos estos personajes estuvieron inspirados en su propia madre.


En Tacones lejanos (1991), Becky del Páramo (Marisa Paredes) es una famosa cantante que vuelve a España después de 15 años de vivir en México. Al regresar a su país, se reencuentra con su hija Rebeca (Victoria Abril), quien siempre se ha sentido dejada de lado e incluso ha llegado a extremos impensados para obtener el cariño y la atención de su madre. Becky prefirió priorizar su carrera artística, pero después de muchos años de desencuentros decide hacer un sacrificio que repare de algún modo el lazo herido con su hija. Aquí la maternidad es representada como una competencia feroz, pero también como una oportunidad de alcanzar la redención, aunque sea tarde.


En Todo sobre mi madre (1999), Manuela (Cecilia Roth) es una madre soltera que vive en Madrid y pierde a su hijo Esteban cuando es atropellado el día que cumple 17 años. Devastada, viaja a Barcelona a buscar al padre de Esteban y se reencuentra con su amiga transexual La Agrado (Antonia San Juan), además de conocer a dos mujeres que cambiarán su vida: la actriz de teatro Huma Rojo (Marisa Paredes) y la monja embarazada Rosa (Penélope Cruz). Ante la ausencia de su hijo fallecido, el instinto maternal de Manuela se manifiesta al cuidar y apoyar a este grupo de mujeres. En este film, la maternidad significa el cuidado de los demás y la creación de familias sustitutas en la que todos se protegen mutuamente.

En la dedicatoria que aparece en pantalla al finalizar esta maravillosa película, Almodóvar escribe: “A Bette Davis, Gena Rowlands, Romy Schneider… A todas las actrices que han hecho de actrices, a todas las mujeres que actúan, a los hombres que actúan y se convierten en mujeres, a todas las personas que quieren ser madres. A mi madre”.


En Volver (2006), Raimunda (Penélope Cruz) es una madre valiente y aguerrida, dispuesta a todo con tal de proteger a su hija adolescente, sobre todo cuando una amenaza la obliga a enfrentar sus propios traumas. Su madre Irene (Carmen Maura) regresa del mundo de los muertos para saldar algunas deudas pendientes con los vivos. En esta película, la maternidad está representada como el retorno a las raíces y a ese pasado doloroso como parte de un proceso para sanar y perdonar.


En Julieta (2016), la protagonista que da título al film (Adriana Ugarte de joven y Emma Suárez de adulta) es una mujer cuya existencia está marcada por la añoranza de su hija Antía, a quien no ve desde hace más de una década, cuando ella decidió desaparecer sin dejar rastro. La escritura de un diario se convierte en la catarsis que ayuda a Julieta a recomponer las piezas de su pasado, pasando por el momento en que Antía cuidó de ella y la trató como a una hija cuando Julieta estuvo hundida en la depresión. En este melodrama, la maternidad es sinónimo de dolor, trauma y pérdida, pero también ofrece la esperanza de un reencuentro cuando la hija experimenta el mismo sufrimiento que tuvo la madre.


En Dolor y gloria, Jacinta (Penélope Cruz de joven y Julieta Serrano de adulta) es la abnegada madre de Salvador. Cuando él es niño, enfrentan juntos la adaptación a una nueva casa y un nuevo pueblo, en una etapa de aprendizaje y descubrimiento. Cuando él es adulto y está convertido en un prestigioso director de cine (Antonio Banderas), revive en su memoria los meses finales de vida de su madre anciana, en los que no faltaron algunos reproches, pero también se evidenció esa complicidad irremplazable que siempre tuvieron. En esta película autobiográfica, Almodóvar nos muestra la maternidad como un refugio protector y también como una figura fuerte, poderosa y a veces severa que, sin embargo, continúa acompañándonos incluso cuando físicamente ya no está presente.

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