Festival de Cine Al Este 2022: Críticas Parte 2

Luego de comentar los documentales peruanos De todas las cosas que se han de saber y Vida férrea, comparto ahora mis críticas de dos películas francesas que vi en la XIII edición del Festival de Cine Al Este: Titanio y La isla de Bergman. La primera ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes y la segunda también compitió por el mismo premio.


Titanio
(Titane, Francia 2021) es un audaz y desvergonzado artefacto explosivo tanto a nivel narrativo como visual. Con un ritmo frenético que alterna escenas de violencia gráfica, erotismo y una tristeza desgarradora, la película explora y cuestiona temas como la identidad de género, la transformación constante de los cuerpos que habitamos y la construcción de lazos afectivos entre personas que crean una familia sustituta.

La protagonista Alexia (Agathe Rousselle) es tan impredecible y volátil como la misma película: es una mujer joven que trabaja como bailarina exótica en una exposición de automóviles y siente una fascinación sexual por los vehículos. Luego de algunos incidentes violentos, el camino de Alexia se cruza con el de Vincent (Vincent Lindon), el capitán de una brigada de bomberos, cuyo hijo Adrien desapareció hace 10 años.

La directora Julia Ducournau (Raw) mezcla con desparpajo distintos géneros cinematográficos y los revuelve con asombrosa fluidez: desde el terror centrado en el body horror, hasta el thriller erótico y el drama familiar. Su película bebe del cine de David Cronenberg y David Lynch, pero también tiene un inesperado componente de ternura y melancolía, que se evidencia en ese cordón umbilical invisible que une a Alexia y Vincent, dos seres quebrados que añoran una conexión emocional que les permita volver a sentirse completos.

Aunque Titanio tiende a caer en algunos excesos efectistas, sobre todo en su primer tercio, es innegable que estamos ante una película provocadora y deliberadamente ambigua, que nos invita a revelar las múltiples capas que se esconden bajo su superficie, donde el horror de estar en un cuerpo en mutación y el descubrimiento del afecto como una sensación nueva conviven como el metal y la carne dentro de la cabeza de Alexia.

Calificación: 7/10.


La isla de Bergman
(Bergman Island, Francia 2021) es un drama que traza interesantes paralelos entre la vida personal de los cineastas y los guiones que escriben, entre sus vivencias reales y las situaciones inventadas por su imaginación, entre el reflejo de sí mismos y el de cualquier espectador que se identifique con las situaciones que ellos recrean en sus películas.

La directora Mia Hansen-Løve (Eden, L'avenir) nos propone un recorrido turístico por la isla sueca Fårö, donde vivió el mítico cineasta Ingmar Bergman y filmó buena parte de su obra. Chris (Vicky Krieps) y Tony (Tim Roth) son una pareja de directores de cine que llegan allí a instalarse, inspirarse y escribir los guiones para sus próximas películas. 

Conforme pasan los días en Fårö, Chris y Tony empiezan a alejarse imperceptiblemente, transformándose cada uno en una isla dentro de la isla, encerrados en sus propios procesos creativos y dilemas personales. Hacia la mitad de la película, Chris le narra a su esposo la historia que está escribiendo y en ese momento ingresamos furtivamente a otro relato, donde la directora Amy (Mia Wasikowska) se convierte en un alter ego de Chris, quien a su vez es un alter ego de la propia Mia Hansen-Løve.

Estamos entonces ante una muñeca rusa que revela un nuevo relato dentro de otro relato que se le asemeja mucho. Si bien ese ejercicio de metaficción puede llegar a tornarse un poco repetitivo de tanto mirarse el ombligo, también es cierto que La isla de Bergman es una película que transpira pasión por el cine, que reflexiona sobre la creación artística y sobre la distancia que los directores establecen con respecto a su propia obra y la de otros directores, pero también con respecto a todo aquello, sea real o imaginario, que les sirve de inspiración y que nutre sus creaciones.

Calificación: 7/10.

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