La pena máxima: Un thriller que desaprovecha la riqueza de su premisa

La pena máxima (Perú 2022) es una irregular adaptación de la novela homónima de Santiago Roncagliolo. A pesar de algunos aciertos aislados, las fallas estructurales del guion de Roncagliolo y la dirección de Michel Gómez no le permiten alcanzar el nivel de intriga y suspenso que debería tener un thriller con tintes políticos para atrapar al espectador.

Ambientada en Lima durante la Copa Mundial de Argentina 1978, la película se centra en Félix Chacaltana (Emanuel Soriano), un joven burócrata que trabaja en los archivos del Palacio de Justicia y que investiga el misterioso asesinato de un hombre cuyo cadáver ha sido abandonado cerca de un puente. Sus pesquisas lo llevan a descubrir una operación secreta que se extiende hasta Palacio de Gobierno y fuera de las fronteras peruanas.


Arrancada de la novela en la que se basa, la historia narra desde la perspectiva peruana los pormenores del Plan Cóndor, una operación de inteligencia que involucró a varios dictadores latinoamericanos que buscaban desaparecer, secuestrar y torturar a opositores en las décadas de 1970 y 1980. Sin embargo, el guion no explota toda la riqueza que ofrece un tema tan apasionante, pues el contexto político es apenas esbozado y relegado a ser un desteñido telón de fondo en el que se da mayor importancia a las relaciones sentimentales, amicales y familiares del protagonista Félix Chacaltana.

Y hablando de contextos desaprovechados, el Mundial de fútbol sirve de excusa para estructurar el relato a partir de capítulos que llevan por título los distintos partidos que jugó Perú en ese torneo deportivo. Sin embargo, dicha estructura resulta gratuita, pues no tiene ninguna conexión con los personajes ni desencadena ninguna consecuencia que haga avanzar la trama. Por el contrario, el recurso de mostrar varias veces a los extras viendo partidos y gritando goles se vuelve repetitivo, agotador e intrusivo.

En cuanto a las actuaciones, los resultados son dispares. Emanuel Soriano está convincente e intenta darle matices al personaje ingenuo y curioso de Félix, mientras que en el rol de su jefe el fallecido Ismael Contreras se roba todas sus escenas con una actuación cargada de sabiduría y humor. En tanto, actores como Javier Valdés, Úrsula Mármol y Fernando Luque quedan reducidos a ser solo las caricaturas trilladas del militar, la cucufata y el militante comunista, respectivamente. 


Luego de varias décadas haciendo series y telenovelas, el director francés radicado en Perú Michel Gómez retorna al cine, actividad que desempeñó al inicio de su carrera. Sin embargo, tantos años dedicado a la pantalla chica aparentemente le han hecho olvidar el lenguaje cinematográfico, pues su puesta en escena y su dirección de actores se acercan más al formato televisivo que al cine. 

Lamentablemente, La pena máxima solo consigue generar tensión de forma intermitente y es propicia a caer en ciertos excesos, como cuando la cámara se acerca demasiado al rostro de los actores en varias escenas. Antes del desenlace, la revelación de la identidad del asesino en serie se siente forzada e inverosímil; y su posterior enfrentamiento con Chacaltana es resuelto de forma torpe y brusca. En ese clímax, la película termina de perder todo su potencial y se asemeja más a un futbolista sin rumbo que avienta desganadamente la pelota una y otra vez lejos del arco.

Calificación: 4/10.

Esta película está actualmente en la cartelera peruana.

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