Una medalla tras otra
Una batalla tras otra (One Battle After Another, Estados Unidos, 2025) es un impecable e implacable artefacto explosivo que se compone de géneros cinematográficos como la acción, el thriller político, la sátira y el drama familiar para ofrecer un retrato de Estados Unidos que se siente al mismo tiempo atemporal y específico del contexto actual, en el que distintas fuerzas se oponen, se atraen y se repelen tanto en el campo de batalla de las ideas como de las acciones. Y en cada estallido, esta película – bomba nos regala fuegos artificiales de adrenalina, sorpresa, conmoción y el placer de estar presenciando el nacimiento de una obra maestra.
La película está dividida en dos líneas temporales. En la primera, conocemos a un grupo de revolucionarios conocidos como los French 75, entre los que se encuentra la pareja "Ghetto" Pat Calhoun (Leonardo DiCaprio) y Perfidia Beverly Hills (Teyana Taylor), quienes liberan a prisioneros inmigrantes de un centro de detención en California. Dieciséis años después, Pat vive con un nuevo nombre, Bob Ferguson, aislado del mundo junto a su hija adolescente Willa (Chase Infiniti). Cuando un antiguo enemigo del pasado, el coronel Steven Lockjaw (Sean Penn), regresa para saldar cuentas y Willa desaparece, Bob emprende un viaje para rescatar a su hija.
El prolífico cineasta Paul Thomas Anderson (Magnolia, Petróleo sangriento, El hilo fantasma) realiza una versión libre de la novela Vineland de Thomas Pynchon (publicada en 1990 y ambientada en 1984, el año de la reelección de Ronald Reagan), pero la adapta al Estados Unidos de hoy. Aunque no se haga ninguna mención específica al gobierno de Donald Trump, se muestran situaciones que se han vuelto lamentablemente cotidianas en la actualidad, como las violentas redadas para detener a los inmigrantes ilegales o la proliferación de movimientos de ultraderecha que proclaman la supremacía blanca.
Estamos ante una obra de ficción… pero que levanta un espejo para enseñarnos el caótico estado actual de las cosas. Con indignación, con rabia, con miedo. Pero también con mucho humor negro. El guion de Paul Thomas Anderson (más conocido como PTA) no cae en el sermón ni el mensaje aleccionador, sino que nos introduce en un escenario de pesadilla en el que no solo se critican las peligrosas medidas represivas de los gobiernos totalitarios tan comunes hoy en el mundo, sino también las escaladas de violencia que se generan en ambos extremos: entre los discursos de odio y los actos fascistas de la ultraderecha y las medidas radicales de quienes buscan el cambio a través de actos terroristas.
PTA no deja títere sin cabeza y dispara su munición incluso contra la burocracia que se instala dentro de las organizaciones políticas, como queda evidenciado en la hilarante escena de la llamada telefónica en la que Bob debe dar una contraseña para recibir a cambio un dato clave. Asimismo, la representación del grupo fascista Christmas Adventurers Club resulta pintoresca y escalofriante e incluso diríamos que sería absurda, sino fuera porque no está tan alejada de la realidad actual de Estados Unidos y otros países en los que se alzan colectivos que defienden la superioridad racial de los blancos y promueven la eliminación, tortura o deportación de todos aquellos que pertenecen a una minoría racial.
A nivel técnico, la película es tan notable como a nivel narrativo y actoral. La elegante fotografía de Michael Bauman, la ágil y dinámica edición de Andy Jurgensen y la fantástica banda sonora de Jonny Greenwood contribuyen a envolver al espectador en una experencia inmersiva y adrenalínica a través de apretados pasillos, alejados conventos y, sobre todo, una infernal carretera que corre a lo largo de unas pronunciadas colinas y donde tiene lugar una persecución memorable que es cine en estado puro.
En cada sorprendente giro del guion, en cada cambio de tono de la acción a la comedia y del suspenso al drama y en cada diálogo que revela una nueva verdad oculta, Una batalla tras otra se convierte en una poderosa representación de un país (y de la sociedad occidental en su conjunto) en el que cada persona libra una batalla, ya sea defender sus ideales a los que seres que ama y en el que cada guerra deja una huella, pero también un aprendizaje que debe servir de posta para los que vienen después.
Calificación: 10/10.
La película está dividida en dos líneas temporales. En la primera, conocemos a un grupo de revolucionarios conocidos como los French 75, entre los que se encuentra la pareja "Ghetto" Pat Calhoun (Leonardo DiCaprio) y Perfidia Beverly Hills (Teyana Taylor), quienes liberan a prisioneros inmigrantes de un centro de detención en California. Dieciséis años después, Pat vive con un nuevo nombre, Bob Ferguson, aislado del mundo junto a su hija adolescente Willa (Chase Infiniti). Cuando un antiguo enemigo del pasado, el coronel Steven Lockjaw (Sean Penn), regresa para saldar cuentas y Willa desaparece, Bob emprende un viaje para rescatar a su hija.
Estamos ante una obra de ficción… pero que levanta un espejo para enseñarnos el caótico estado actual de las cosas. Con indignación, con rabia, con miedo. Pero también con mucho humor negro. El guion de Paul Thomas Anderson (más conocido como PTA) no cae en el sermón ni el mensaje aleccionador, sino que nos introduce en un escenario de pesadilla en el que no solo se critican las peligrosas medidas represivas de los gobiernos totalitarios tan comunes hoy en el mundo, sino también las escaladas de violencia que se generan en ambos extremos: entre los discursos de odio y los actos fascistas de la ultraderecha y las medidas radicales de quienes buscan el cambio a través de actos terroristas.
PTA no deja títere sin cabeza y dispara su munición incluso contra la burocracia que se instala dentro de las organizaciones políticas, como queda evidenciado en la hilarante escena de la llamada telefónica en la que Bob debe dar una contraseña para recibir a cambio un dato clave. Asimismo, la representación del grupo fascista Christmas Adventurers Club resulta pintoresca y escalofriante e incluso diríamos que sería absurda, sino fuera porque no está tan alejada de la realidad actual de Estados Unidos y otros países en los que se alzan colectivos que defienden la superioridad racial de los blancos y promueven la eliminación, tortura o deportación de todos aquellos que pertenecen a una minoría racial.
Cada colaborador de PTA en esta aventura cinematográfica está en la cúspide de su talento y se merece una medalla tras otra. En cuanto al elenco, Leonardo DiCaprio está sensacional en un rol que lo saca de su zona de confort y lo enfrenta a situaciones de gran dramatismo, acción extrema y comedia disparatada. En roles secundarios, destacan Teyana Taylor, Chase Infiniti, Benicio del Toro y Regina Hall, cada cual más comprometido que el otro. Pero quien brilla más fuerte que todos es Sean Penn como el coronel Steven Lockjaw, componiendo un personaje tan despreciable como ambiguo y patético, tan obstinado como necesitado de aprobación. Es uno de los mejores villanos que nos ha dado el cine reciente, equiparable al Anton Chigurh de Javier Bardem en Sin lugar para los débiles y al Hans Landa de Christoph Waltz en Bastardos sin gloria.
A nivel técnico, la película es tan notable como a nivel narrativo y actoral. La elegante fotografía de Michael Bauman, la ágil y dinámica edición de Andy Jurgensen y la fantástica banda sonora de Jonny Greenwood contribuyen a envolver al espectador en una experencia inmersiva y adrenalínica a través de apretados pasillos, alejados conventos y, sobre todo, una infernal carretera que corre a lo largo de unas pronunciadas colinas y donde tiene lugar una persecución memorable que es cine en estado puro.
En cada sorprendente giro del guion, en cada cambio de tono de la acción a la comedia y del suspenso al drama y en cada diálogo que revela una nueva verdad oculta, Una batalla tras otra se convierte en una poderosa representación de un país (y de la sociedad occidental en su conjunto) en el que cada persona libra una batalla, ya sea defender sus ideales a los que seres que ama y en el que cada guerra deja una huella, pero también un aprendizaje que debe servir de posta para los que vienen después.
Calificación: 10/10.


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