No miren arriba: Una sátira fallida que dispara caóticamente a todos lados

No miren arriba (Don't Look Up, Estados Unidos 2021) es una sátira fallida que muerde con agresividad, pero no tiene dientes. Dispara caóticamente hacia todos lados (el poder político, económico y mediático, los colectivos que se oponen a la ciencia), pero lo hace con tanta condescendencia y superioridad moral que rara vez da en el blanco.

Este híbrido de comedia disparatada y filme apocalíptico narra cómo los astrónomos Randall Mindy (Leonardo DiCaprio) y Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) descubren un cometa que se dirige a la Tierra. Ambos intentan advertir a la presidenta de Estados Unidos Janie Orlean (Meryl Streep), a los medios de comunicación y a todo el que quiera oír que si no se actúa rápido, el cometa ocasionará el exterminio de toda forma de vida en el planeta. Pero nadie les hace caso.


En sus últimas tres películas, el director Adam McKay se ha especializado en tomar radiografías de la realidad de Estados Unidos y exponerlas con un punzante humor negro. En
The Big Short narró de forma fascinante la debacle financiera de 2008 (ganó el Oscar al mejor guion) y en Vice ofreció un retrato sarcástico de Dick Cheney, ex vicepresidente de George W. Bush.

Sin embargo, ese humor mordaz que en las dos películas anteriores se usaba como un misil para desnudar las miserias de las élites más poderosas de Estados Unidos, no funciona con la misma efectividad en No miren arriba. El guion es demasiado disperso, pierde el foco con facilidad y quiere atacar demasiados objetivos a la vez. 

El mensaje que se esconde en el núcleo de la película es ciertamente plausible. Es evidente que el cometa que amenaza a la humanidad es una metáfora del cambio climático. Incluso ofrece una lectura interesante sobre la pandemia y aquellos que se oponen a las vacunas. Como esta comedia muestra de forma reiterativa, en toda crisis hay quienes dudan con cinismo de las evidencias científicas, quienes trivializan cualquier noticia alarmante y quienes buscan sus propios intereses por encima de los de la sociedad. Hasta allí, todo bien con el fondo.

No obstante, la forma de comunicar eso no me convenció. Por el contrario, me pareció frustrante y hasta exasperante. La puesta en escena de McKay se regodea en un tono excesivo y chirriante. La moraleja no se susurra, se grita de manera histérica. Y peor aún, la película parece demandar que la admiremos por ser supuestamente muy inteligente y muy creativa. Pero no es ni lo uno ni lo otro.

Ni siquiera el elenco forrado de estrellas es capaz de salvar esta película, pues lejos de representar personajes convincentes, los actores encarnan caricaturas simplistas y dibujadas con trazo grueso. Es un desperdicio de talento ver a intérpretes de la talla de Leonardo DiCaprio, Meryl Streep, Mark Rylance, Cate Blanchett, Timothée Chalamet y un largo etcétera tan desaprovechados, tan sobreactuados y tan descontrolados que uno termina simpatizando más con el cometa que con cualquiera de los clichés andantes que corren de un lado a otro de la pantalla gritando y haciendo aspavientos.

Calificación: 4/10.

Esta película está disponible en la plataforma de streaming Netflix.

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