La ballena: El complicado balance entre la humanidad y la miseria

La ballena (The Whale, Estados Unidos 2022) es un drama claustrofóbico que se mueve de forma lenta y pesada al borde de un precipicio, tratando de mantener el balance entre la fragilidad y humanidad que le da Brendan Fraser al personaje de un hombre con obesidad severa, y la crueldad con la que el director Darren Aronofsky subraya la miseria y el sufrimiento de su protagonista, retratándolo alternadamente con compasión y repugnancia.

Charlie (Brendan Fraser) es un profesor de inglés que enseña a distancia y vive encerrado en su departamento, alejado del mundo exterior. Luego de que una tragedia impactara su vida, él cayó en un pozo de depresión y autodestrucción, dedicándose a ingerir comida chatarra de forma excesiva y llegando a pesar alrededor de 270 kilos. Con su salud seriamente debilitada, Charlie decide retomar el contacto con su hija adolescente Ellie (Sadie Sink), a quien abandonó de niña, para tratar de reparar la relación con ella antes de que sea demasiado tarde.


El guionista Samuel D. Hunter adapta para el cine la obra teatral homónima que él mismo escribió. De hecho, al estar ambientada en una sola locación cerrada y tener muy pocos personajes, la película no disimula su origen teatral sino que, en algunos momentos, hasta pareciera que estuviésemos viendo la grabación de una obra de teatro. Solo en contadas ocasiones, la cámara encuentra pequeñas fugas hacia fuera de la casa, a través de flashbacks o ensoñaciones.

Lo más interesante del guion de Hunter tiene que ver con la exploración de temas como el manejo de la culpa, la vergüenza y el trauma, así como la búsqueda de redención cuando se acerca el final del trayecto. Asimismo, la presencia recurrente de personajes secundarios como la enfermera Liz (Hong Chau) y el misionero Thomas (Ty Simpkins), plantean la interrogante de si solo la medicina, solo la fe o una combinación de ambas pueden salvar a una persona gravemente enferma y dañada por dentro y por fuera.

Lamentablemente, la puesta en escena de Darren Aronofsky tiende a opacar muchas de esas reflexiones válidas, al cargar demasiado las tintas en la demostración repetitiva y grotesca de la adicción de Charlie hacia la comida chatarra, así como en la manera manipuladora de filmar su dolor y sufrimiento, con primeros planos de su rostro lloroso o de sus gestos de desesperación cuando se atraganta o tiene dificultad para respirar.


El director Darren Aronosfky nunca ha temido ser chocante ni provocador. En su exploración del dolor humano suele presentar situaciones que evidencian el extremo sufrimiento de sus personajes, como ocurría en
Requiem for a Dream, Black Swan, The Wrestler o Mother!. En algunos casos, encuentra la distancia prudente para demostrar empatía hacia sus personajes, pero en otras ocasiones cae en el miserabilismo. En La ballena, ambas tendencias están presentes y parecen jalonear a su protagonista hacia uno y otro lado.

Así como Aronofsky le dio a Mickey Rourke la oportunidad de su vida para retornar por todo lo alto en The Wrestler, aquí le tiende la mano a Brendan Fraser para resucitar su carrera. Debajo de kilos y kilos de prótesis de látex, Fraser encuentra la humanidad de un personaje quebrado y devastado. Su actuación emana tanta calidez y sensibilidad que es como un portentoso cetáceo que intenta abrirse paso en un mar de trampas masoquistas y manipuladoras.

Calificación: 5/10.

Esta película está actualmente en la cartelera peruana.

Comentarios

isaac león frías ha dicho que…
De acuerdo con tu apreciación, Juan Carlos. Yo le bajaría a 4 la calificación.

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